Category: Críticas

Un retablo fascinante

‘Lancha rápida’ es la primera novela de Renata Alder (Milán, 1938). Se publicó en 1976 y fue galardonada con el Hemingway Foundation/PEN Award, dedicado a óperas primas de ficción. Adler había formado de la plantilla de ‘The New Yorker’ y fue la primera mujer crítico de cine de ‘The New York Times’; escribió crónicas y reportajes de casi todos los asuntos importantes del país y una crítica durísima contra ‘Cuando las luces se apagan’, el volumen que recogía las críticas cinematográficas de su compañera en ‘The New Yorker’ Pauline Kael. En 1999 publicó un libro sobre la que había sido su casa: ‘Gone: The Last Days of The New Yorker’, en el que se despachaba sobre lo que ella consideraba que había sido el declive de la publicación que acaba de cumplir sus 90 años. Adler lleva casi treinta años retirada de la vida pública, en parte de manera voluntaria, en parte, tal vez, castigada por decir todo lo que piensa. En 2013, la editorial New York Review Books reeditó sus dos únicas novelas, al menos hasta la fecha: ‘Lancha rápida’ y ‘Pitch Dark’, de próxima publicación en español.

Resulta tentador intentar establecer comparaciones entre Adler y la protagonista de su primera novela (las dos son periodistas). Jen Fain trabaja en un periódico sensacionalista, recorre el mundo escribiendo crónicas, vive en Nueva York y estudió en un colegio elitista para chicas; tiene amantes, viaja y toma clases para aprender a pilotar. Se enfrenta a la vida y al relato que hace de ella desde un lugar a medio camino entre la tristeza y el ridículo. A veces su tono es el de una impertinente brillante y deslumbrante: alguien con quien apetece estar pero por quien no te cambiarías. Una de las virtudes de Fain es que sus sumarísimos juicios también se los hace a sí misma: “Me estaba convirtiendo en una sanguijuela de la vida emocional”; confiesa. Hace gala de una envidiable capacidad de síntesis en el repaso que hace de sus compañeros, por ejemplo: “Desde que tengo este empleo, he salido con cuatro hijos de famosos, dos hombres de negocios con novelas inacabadas, tres escritores con la costumbre de preguntarme “¿Puedo usar eso?”, cuando decía algo que les parecía típico, y un director revolucionario que me daba unos golpecitos en el pelo y decía “Eres muy dulce”, cada vez que le preguntaba algo”.

A través de párrafos que a veces cuentan solo una frase y otras la secuencia completa, la novela va avanzando y retrocediendo en el tiempo: desde la universidad, su infancia en Nueva York y en el campo, las vacaciones, las estancias en islas con pintorescos personajes, las copas, los encuentros con amantes (resueltos de manera elegante y sutil) o los recuerdos de familia (“Mi padre se llamaba Paul-Ernst cuando era alemán. Se convirtió en Pablo al comprar un pasaporte costarricense. Fue Paulo cuando nos hicimos italianos en Lugano. Ahora es Paul en las noches en que, por inverosímil que parezca, juega al póquer.”), se va componiendo un retablo impresionista, ágil, dinámico y lleno de personajes, cuya aparición a veces es fulgurante, de un momento y de una época; y también de un mundo que se asoma a su decadencia. La prosa de Adler, su inteligencia, su capacidad de análisis y de descripción son un lujo más placentero que pasar un verano en la borda de un yate.

‘Lancha rápida’, Renata Adler, traducción de Javier Guerrero, Sexto piso, 216 páginas.

*Reseña publicada el jueves 25 de junio en el suplemento ‘Artes&Letras’ de Heraldo de Aragón. 

**La foto es el retrato que hizo Richard Avedon de Renata Adler.

El arte o la vida

“Todas las creaciones intelectuales y artísticas, incluso las bromas, las ironías o las parodias, tienen mejor recepción en la mente de las masas cuando estas saben que en algún lugar detrás de una gran obra o de un gran engaño se encuentra una polla y un par de pelotas”, esta frase, publicada en ‘The Open Eye’, afirma I. V. Hess en el prólogo, llamó su atención: estaba incluida en un artículo de un tal Richard Brickman como cita de Harriet Burden.

Todo forma parte de la gran ficción que Siri Hustvedt ha construido en su novela ‘El mundo deslumbrante’. Inventa a Harriet Burden, una artista cuya obra pasó sin pena ni gloria y que parecía condenada a permanecer oculta hasta que lleva a cabo un experimento artístico: presentar su obra bajo el nombre y la apariencia de tres artistas, dentro de su proyecto ‘Enmascaramientos’. Hustvedt crea también a toda una órbita de personajes (artistas, críticos de arte, galeristas, cómplices o enemigos de Harriet Burden, además del marido, los hijos y los amigos) gracias a cuyo testimonio se construye la novela. Por último, Hustvedt se sirve de otro personaje ficticio, I. V. Hess, una profesora universitaria y escritora, que es quien recopila y edita la información sobre Burden, incluyendo los diarios.

La novela se presenta como el resultado de la investigación de Hess en torno a la vida de Harriet Burden. Ella misma explica en uno de sus cuadernos: “Sospechaba que, de haber venido yo a este mundo con otro envoltorio, mi obra habría tenido aceptación o, al menos, hubiera sido tomada en serio”. Tras la muerte de su marido, Harriet sufrió una depresión, y poco después, decidió llevar a cabo su proyecto ‘Enmascaramientos’, que consistía en presentar tres grandes exposiciones concebidas por ella, pero presentadas como si fueran obra de tres hombres: Anton Tisch, Phineas Q. Eldridge y el controvertido artista Rune. Conforme avanza la historia, que Burden tuviera razón o no deja de ser importante, lo que interesa es saber quién era Harriet Burden. Y, sobre todo, ¿quién decidió ser tras la inesperada muerte de su marido, el conocido y poderoso marchante de arte Felix Lord? Bruno Kleinfeld, el compañero de Burden en los últimos años de su vida, recuerda la conversación que mantuvieron en su primera cena: “Adoraba a Goya. Decía que era ‘un mundo aparte’. ‘No tenía miedo de mirar’, me dijo, ‘a pesar de que haya cosas que no se deban ver’”.

‘El mundo deslumbrante’ encierra horas de trabajo: cada uno de los personajes cuyo testimonio se recoge tiene una voz propia, Hustvedt usa todo tipo de materiales que ofrecen un retrato poliédrico de Harriet Burden. También incluye una amplia bibliografía referente al arte y al pensamiento sobre el arte, casi siempre a través de los diarios de Burden o del análisis de estos. Entre los autores citados destacan Kierkegaard y Margaret Cavendish, escritora aristócrata del siglo XVII, con la que Harriet se siente hermanada y, por eso, confiesa I. V. Hess, toma el título de la primera novela que Cavendish publicó, ‘El mundo deslumbrante’, para su “investigación”. El resultado es una amalgama que incluye elementos autobiográficos e íntimos, como los diarios, testimonios cercanos (el de Kleinfeld, el de su hija, documentalista, o el de la amiga psiquiatra) y otras aportaciones ajenas y nada complacientes con Harriet (la entrevista con la galerista de uno de los ‘Enmascaramientos’, o el testimonio del autor de la biografía de Rune); también hay varios personajes que bordean la locura: un huésped de Harriet apodado el Barómetro, la dulce Sweet Autum, o la propia Burden.

La novela de Siri Hustvedt es un admirable ejercicio literario en torno a una artista ficticia que le permite hacer un análisis del mundo del arte, un repaso a algunas de las mujeres artistas condenadas a la sombra de un hombre (Dora Maar, por ejemplo) y señalar también algunos vicios: “los críticos paternalistas que se referían a las artistas como si fueran niñas, mencionándolas sólo por sus nombres propios, Artemisa, Judith, Camille o Dora”. Además tiene tensión narrativa y habla de la complejidad del ser humano.

*Reseña publicada en ‘Artes&Letras’, de Heraldo de Aragón el jueves 18 de diciembre,

 

 

Dentaduras

‘La historia de mis dientes’ (Sexto Piso, 2013) es el tercer libro de Valeria Luiselli (Ciudad de México, 1983), después del estupendo debut con ‘Papeles falsos’ (Sexto Piso, 2010). EL protagonista y narrador es Gustavo Sánchez Sánchez, al que llaman Carretera, “yo creo que con cariño”: “Esta es la historia de mis dientes. Es mi carta familiar a la posteridad […]. Y después de eso no sé qué viene. Posiblemente la ignonimia, la muerte, y más tarde, la fama post mortem; pero de eso ya no me va a tocar decir nada en primera persona”. Es una historia de aventuras en la que hay subastas de los objetos más inverosímiles, mujeres, secuestros y abandonos, un hijo que quiere vengarse y ejerce de villano, episodios alucinados, viajes, alguna sorpresa y muchos guiños al mundo literario contada a través de sus dentaduras postizas.

La novela se presenta dividida en libros, presuntamente aparecidos por entregas, hay un pretexto extraliterario que justifica la novela y, al igual que ‘El Lazarillo’ y la literatura picaresca, la novela tiene un tono confesional y de justificación. Luiselli tiene talento, pulso narrativo y mucha erudición, domina varios registros, es ingeniosa y tiene sentido del humor. El relato de la vida de Carretera está llena de guiños a lo literario y de nombres de escritores famosos, amigos o admirados (aparecen ella misma, Margo Glantz, Álvaro Enrigue, Emiliano Monge, Enrique Vila-Matas, entre otros). Despojada de su rocambolesca vestimenta, la trama resulta algo previsible y poco interesante. Lo metaliterario es una constante en la obra de Luiselli; sin embargo, aquí pesa demasiado y se acerca a la broma privada, que casi convierte la novela en un pretexto para el juego autorreferencial lleno de guiños que solo entiende el que los escribe.

*Reseña publicada en ‘Artes&Letras’, de Heraldo de Aragón, el jueves 26 de junio de 2014.

Marguerite Duras

Un texto en Letras Libres en el centenario del nacimiento de Marguerite Duras.

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“Esa ilusión que tenemos –y que es justa– de ser la única persona que ha escrito lo que hemos escrito, sea nulo o maravilloso.”

 

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Marguerite Duras por Richard Avedon.

 

 

 

 

Personajes en busca de identidad

Una mujer no quiere tener hijos. Otra mujer tiene dos. Las dos están casadas, incluso felizmente casadas. Las dos tienen secretos. Una es una abogada de éxito. Otra trabaja en una ONG. Una siente la presión del resto del mundo obligándola a tener hijos. La otra tiene la familia ideal y ha medrado tras cambiarse el nombre y alejarse del barrio de su infancia. La otra sigue viviendo en el noroeste de Londres, donde se crió, fuma porros con su vecino y se tumba en la hamaca del jardín comunitario mientras en la radio una mujer habla. Una de las dos se toma la píldora a escondidas de su marido, que quiere tener hijos. La otra mantiene relaciones sexuales con desconocidos que le escriben a través de una página de contactos. Las dos mujeres son amigas, se han criado en el mismo barrio, conocen a sus familias, a sus madres, han ido juntas al instituto, se han visitado en la universidad y ahora se siente un poco alejadas una de la otra. Pero se saben cómplices y, en el fondo, son su único interlocutor. Natalie y Leah son las protagonistas de ‘NW London’ (Salamandra, 2013), la estupenda novela de Zadie Smith (Londres, 1975).

Desde su debut en 2001 con ‘Dientes blancos’, Smith no ha dejado de recibir elogios y premios. Afincada en EE.UU. desde hace diez años, vuelve a su Londres natal para trazar un retrato del que fuera su barrio, pero va mucho más allá de la mera plasmación del Londres obrero: es una novela profunda y ambiciosa sobre el mundo en el que vivimos, sobre la identidad, sobre el estancamiento social, sobre tomar decisiones y ser quien queremos ser, en caso de que lo sepamos. ‘NW London’ ha llamado la atención por el giro estilístico y formal que ha dado con respecto a sus anteriores obras: ya no es una novela escrita a la manera clásica, siguiendo la tradición decimonónica, hay cierta experimentación en cuanto a las voces, tonos y los puntos de vistas. La estructura de los capítulos, por ejemplo, cambia en estilo y longitud según el personaje cuya perspectiva y voz adopta el narrador. Zadie Smith ha escrito un libro ágil, que permite al lector proyectarse en los deseos y frustraciones de sus personajes, a los que nunca se mira por encima del hombro, y que retrata de manera impecable la amistad femenina, las tribulaciones y los deseos y temores de las mujeres, sin estridencias y sin hacer una bandera de eso.

El primer capítulo del libro, ‘visitación’, está dedicado a Leah: no quiere tener hijos, pero no quiere confesárselo a su marido. Disfruta de la compañía de su perra y del sexo con su marido. Leah toma una mala decisión al principio de la novela: abrir la puerta a una joven aparentemente desesperada que le pide dinero para un taxi. Le hace creer que han ido al mismo instituto, cosa que podría ser falsa, y Leah cae en la trampa. Desencadenará también un deseo de venganza y de justicia en Leah y Michel, que se rebelará como menos valiente de lo que dice ser. Félix, un jamaicano hijo de un padre alcohólico y porrero, examante de una drogadicta, es el protagonista de ‘invitado’. Felix está decidido a reformarse, a encontrar un trabajo y a hacer feliz a Grace. Felix visita a su padre, que le da una serie de consejos sobre conservar el amor: “¡Si quieres a alguien, dale libertad! Pero, eso sí, nunca te líes con una española, te lo aconsejo muy en serio. No son racionales”. Seguimos a Felix en su paseo por el barrio, como un Ulises moderno que se despide de lo que ha sido su vida hasta ahora, y lo seguimos también en sus reflexiones: “Si esperas el tiempo suficiente, las películas se hacen realidad. Y todo el mundo actúa como si no pasara nada”, dice en relación a los cambios en las maneras de relacionarnos. Dejamos a Felix para entrar en el mundo de Natalie, antes conocida como Keisha, en ‘anfitriona’, el capítulo que más me ha gustado del libro: escrito a la manera de una lista, se adentra en la intimidad del pensamiento de Natalie, un personaje que esconde más claroscuros que los que su amiga Leah puede imaginar. El epígrafe número 21, cuyo título es ‘Jane Eyre’, dice: “Siempre que se metían con ella, a Keisha Blake le resultaba útil recordar que si leías la literatura relevante o veías las películas pertinentes pronto descubrías que ser puteada era, a todos los efectos, el signo de una personalidad superior, y cuanto más intenso el puteo, más probable resultaba el desquite durante la segunda parte de la vida […]”. Quedan aún dos capítulos breves: ‘travesía’, un recorrido nocturno y alucinado por el barrio, y ‘visitación’, que cierra la novela como se abría: en casa de Leah. ‘NW London’ habla de asuntos universales como la construcción de una personalidad y de una vida, del drama de la identidad y de las frustraciones a partir de personajes concretos; es decir, hace lo que se espera de la buena literatura.

‘NW London’, Zadie Smith, Salamandra, 2013.

Traducción de Javier Calvo, 376 páginas.

*Reseña publicada en el suplemento ‘Artes&Letras’, de Heraldo de Aragón, el jueves 16 de enero.