Juana Biarnés

Una de las cosas que más le gustaba a Juana Biarnés (Terrassa, 1935) cuando era niña era que su padre se sintiera orgulloso de ella. Ese fue uno de los impulsos que la llevaron a acompañar a un grupo de espeleólogos a una excursión a una cueva llena de estalacticas y estalagmitas para fotografiarlas: su padre no podía ir a documentar gráficamente el descubrimiento porque tenía que cubrir las actividades deportivas de la zona y ella se ofreció a ir en su lugar a pesar de no tener experiencia. En 1955 se publicó ese primer reportaje. 60 años después, dice que ella no tuvo ningún mérito: “las fotos estaban ahí”. Se dio cuenta de que podía ayudar a su padre y no se lo pensó. Se matriculó en la Escuela de Periodismo, donde fue alumna del zaragozano Manuel del Arco. La colección Photobolsillo acaba de recoger en un libro algunas de las fotos de Biarnés.

En 1962 ella y su padre cubrieron la tragedia de las inundaciones del Vallès. Su padre fue muy claro: en cuanto dispusiera de material tenía que llegar a Barcelona como fuera y revelar las fotos para que en el país pudieran saber lo que estaba pasando en su comarca, que había quedado incomunicada. Las fotos abrieron el telediario del día siguiente. Las inundaciones dejaron más de mil muertos. Poco después, el diario ‘Pueblo’ le ofreció trabajo.

Tiene muchas anécdotas que contar: viajó en el mismo avión que los Beatles, los siguió al hotel de Barcelona y, una vez allí, llamó a la puerta y pasó más de dos horas con ellos hablando un poco de todo. Hizo unas fotos estupendas del momento. Tiene muchas anécdotas que contar: las fotos de Polanski, que acudió varias veces al restaurante que montó en Ibiza cuando abandonó la fotografía sin saber que ella era la autora de las fotos en las que aparecía el director practicando esquí acuático; cómo aprendió los secretos de la sombra con Massats, que revelaba sus fotos en el estudio de su padre. Algunas aparecerán en el documental dedicado a ella; de casi todas las anécdotas hay testimonio gráfico. Su marido, el periodista Jean Michel Bamberger, lamenta que no le hicieran una foto al cachorro de elefante que un enamorado de Juana Biarnés envió a su casa de las Ventas y al que acogieron solo esa noche, suficiente para que el animal destrozara las plantas.

Su padre le advirtió que el oficio que había elegido era duro y que, además, en su caso, sería aún peor porque era mujer. Le dijo que hiciera un trabajo impecable; eso no acabaría con la discriminación, pero sería una respuesta. Biarnés confiesa que sentirlo como un reto fue un acicate más para decidirse a entregarse al fotoperiodismo. Y lo consiguió: fue la primera mujer fotorreportera, la fotoperiodista del franquismo, y retrató su época en estampas frescas, juguetonas que delatan una mirada única y personal.

*Esta columna se publicó el domingo 17 de mayo de 2015 en Heraldo domingo.

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