Soy prosaica y gris

 Natalia Ginzburg.

Selfish, Shallow, and Self-Absorbed: Writers on the Choice Not to Have Children recoge ensayos de dieciséis escritores que decidieron no tener hijos. Maria Popova extracta algunos fragmentos aquí.

No aparece Natalia Ginzburg, que en “Mi oficio”, en Las pequeñas virtudes, escribe: “Después nacieron mis hijos, y yo, al principio, cuando eran muy pequeños, no lograba entender cómo  se podía escribir teniendo hijos”.

El primero de la serie fue este: lo escribe una chica de 30 años que vive con su novio desde hace seis años. Es una pareja muy bien avenida: “Conozco cientos de parejas. Ninguna se ríe y comparte tanto como nosotros”. Dice que “actualmente, la gente que tiene hijos se atonta y se amuerma, se vuelve prosaica y gris, envilece su mente y estanca su intelecto”. Dice que no le interesan  “los comentarios de las mujeres que tienen bebés” (sobre todo cuando hablan de cosas vulgares como análisis). Pero que le “interesarían si escuchara ‘ayer se despertó de la siesta y me miró a los ojos y parecía que entendía mi tristeza’”. Provocó esta respuesta y esta y esta.

Me acordé de una cena las pasadas navidades —iba con mi bebé, siempre a la última moda— en la que dije que las madres éramos “escoria social”. Me dijeron que exageraba. Me encantaría mandarles el texto para demostrar que no soy absolutamente paranoica.

Durante el primer mes de vida de mi hija, pensé que no sería capaz de volver a leer. Rachel Cass recomienda elabora una lista de libros para leer cuando “estás atrapado en casa con un nuevo bebé”.

 

 

 

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