Primera persona

Hace cinco años que se celera en Barcelona, en el CCCB, el festival de literatura Primera Persona. Bajo ese paraguas, sus directores, Miqui Otero y Kiko Amat, hacen entrar casi cualquier cosa (todos tenemos un yo), aunque sobre todo está dedicado a la literatura autobiográfica o de autoficción. Han participado en el festival escritores como Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Miguel Ángel Ortiz, Caitlin Moran, Jonathan Lethem; músicos como Kiko Veneno o Manolo García; y cineastas como José Luis Cuerda o Mar Coll. Este año, por primera vez, el Primera Persona ha tenido una jornada en Madrid: el pasado 7 de mayo, en La Casa Encendida, se ofreció una muestra reducida (solo un día en lugar de dos o tres, como en Barcelona) de lo que es el Primera Persona.

Ben Brooks (1992) leyó fragmentos de sus libros —en pasadas ediciones, mientras leía, le hacían un tatuaje—; los otros invitados eran la escritora estadounidense nacida en Milán Renata Adler, de quien se han traducido al español sus dos únicas novelas, ‘Lancha rápida’ y ‘Oscuridad total’ (ambas en Sexto Piso), y el pianista londinense y autor del libro de memorias ‘Instrumental’ (Blackie Books, 2015), James Rhodes, en el que cuenta cómo la música clásica le salvó de las adicciones y la autodestrucción después de años de abusos cuando era un niño.

Renata Adler (1938) charló con Begoña Gómez Urzaiz de sus novelas, del oficio del periodismo, de Gay Talese, del ‘New Yorker’ —revista en la que Adler trabajó durante años—, de Joan Didion, Janet Malcolm, Donald Trump, Hillary Clinton y ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez. Adler estaba en Europa haciendo un reportaje sobre refugiados.

James Rhodes (1975) alternó, como en su libro, la palabra y la música. Tocó cuatro temas que presentó hablando de sus compositores o de sus prácticas de ensayo. Entre tanto, respondió a las preguntas de Lucía Lijtmaer sobre la escritura de las memorias.

Kiko Amat y Miqui Otero se han fijado en los festivales de música y han tratado de llevar ese espíritu de celebración y de fiesta a la literatura: el escenario es más de concierto que de conferencia, hay una barra en la que venden alcohol, refrescos y bocadillos y hay actuaciones de dj para terminar las jornadas. Parece que funciona. Aunque no siempre se esté de acuerdo con los cabeza de cartel.

Columna publicada el domingo 15 de mayo de 2016 en Heraldo domingo.

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