Manual para la vida

 

Lucia Berlin

Lucia Berlin nació en Alaska en 1936, pero poco después, cuando su padre fue a combatir en la Segunda Guerra Mundial, se mudó con su madre y su hermana a El Paso, donde su abuelo materno ejercía como dentista. A la vuelta del padre, la familia se trasladó a Chile, donde llevaron una vida de lujo y pompa; formaban parte de la clase más alta de Santiago. A lo largo de su vida, no dejó de trasladarse de una ciudad a otra (El Paso, Nueva York), de un país a otro (Chile, México, EE.UU.). Después llegó el alcoholismo, que se extiende del abuelo a la madre y llega a la hija, la escritora Lucia Berlin. Escribió cuentos que publicó en diferentes revistas, reunió en volúmenes y este año se tradujo su Manual para mujeres de la limpieza, que es una especie de antología y que reúne más de la mitad de sus relatos. Murió en 2004, en California, después de haber librado una dura batalla contra el alcoholismo, y de haber desempeñado diversos oficios (profesora, mujer de la limpieza, recepcionista en un hospital, enfermera…) antes de ocupar un puesto en la Universidad de Colorado.

La escritura de Lucia Berlin tiene algo de adictivo, en parte porque los relatos constituyen algo así como una novela autobiográfica por entregas; en parte por el estilo: es una escritura moderna y libre, de un estilo rico y ágil, que no se apega a nada. No le importa cambiar de voz, de tono o de punto de vista; escribir cuentos epistolares, otros llenos de diálogos, otros como si fueran una lista de instrucciones o adentrarse en la conciencia de sus protagonistas. Sus cuentos, además, hablan de las complejas relaciones familiares, de alcoholismo, de perdedores, de chicas que esperan al príncipe azul, de enfermeras y pacientes, de centros de rehabilitación y del amor en la madurez. En sus relatos siempre hay una especie de distanciamiento que permite introducir humor o cinismo sin impedir despertar ternura hacia sus criaturas. El conjunto es una especie de tratado sobre el paso del tiempo, sobre lo azaroso de la vida y sobre la distancia entre las expectativas y la realidad. Por separado, prácticamente cada cuento funciona como un artefacto sorprendente. El volumen es un verdadero manual para la vida, pero también un manual de escritura.

*Columna publicada el domingo 18 de septiembre de 2016 en Heraldo domingo.

**En la foto, Lucia Berlin.

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