Nueve años

Hoy hace nueve años que cancelé una cita con mi compañera del curso de fotografía que  iba a ayudarme con las luces para acabar mi trabajo de fin de curso. Hace nueve años que me comí una hamburguesa en la calle Las Armas –qué cosas tan insignificantes se recuerdan–. Hace nueve años que se me empañaron las lentillas de tanto llorar. Hace nueve años que me hice mayor de golpe. Hace nueve años de la inesperada muerte de Sergio Algora y en mi cabeza aún puedo ver la película en la que se ha convertido el recuerdo de esa mañana y la llamada con la que empieza la pesadilla. Hoy se cumplen nueve años desde que mi mundo (y el de mucha gente) se hizo un poco más pequeño y más pobre.

Desde entonces han pasado muchas cosas –casi diez años dan para mucho–, y afortunadamente no se ha borrado el recuerdo de su risa; esa carcajada enorme, escandalosa y contagiosa que resonaría en la plaza que lleva su nombre. Han pasado otras muertes de amigos queridos (la de Félix Romeo, claro), pero también nacimientos –me he convertido en madre (¡dos veces!) y doy el pego tan bien que aún conservo la tutela de los dos–. Han pasado libros, películas, conciertos, discos, desengaños, trabajos, ilusiones, entusiasmos y un poco de todo, y me sigo acordando de algunas de las frases y expresiones que decía él y yo repetía como si fuera un código secreto.

Echo de menos a Sergio Algora por muchas razones y algunas son profundamente egoístas: echo de menos su compañía, su conversación y su manera de ensanchar el pensamiento ajeno moviendo sutilmente los extremos para hacerlos más elásticos. Echo de menos no poder compartir con él alegrías, discusiones y champán. No he conocido a nadie tan gracioso y tan predispuesto a reírse con los demás. Conservo algunas cosas suyas y no me animo a tirar la que fue su silla, aunque no tenga sitio en casa y nadie la use. Cada noche canto “El fabricante de alas de mariposa”, una de sus canciones con El Niño Gusano. La he convertido en una nana y he juntado estos versos para imaginarlo así: “Hace insectos pendientes, para niñas buenas / también fabrica alas de mariposa. / Ahora está eligiendo / algunos colores que hagan juego con tu cara”.

Columna publicada el 9 de julio de 2017 en Heraldo domingo.

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