Coacción

          ”Existe un artefacto fantástico y enormemente efectivo que transforma la actitud de las personas y hace que vean el mundo desde otra perspectiva. Se llama pistola.” David Mamet, Los tres usos del cuchillo.

           El casting es en un centro cívico del centro de la ciudad y yo, por error, me he ido al otro lado del río. Decido ir al centro correcto y cojo un taxi que me deja en la puerta. Entro y veo a todos mis profesores de teatro de la adolescencia sentados, de pie, hablando. Es como una rueda de reconocimiento en la galería de los horrores. Normalemente, evito saludarlos. Hoy no hay escapatoria. La última de las profesoras y de la que peor recuerdo guardo me pregunta si he venido a presentarme, le digo que sí y me da un papel para que lo lea y tome una decisión. Se acerca otra actriz, a la que conozco de vista, y me explica que están intentando paralizar el casting a modo de protesta. Me pregunta cómo me llamo, se lo digo y le digo que nos conocemos de vista. La profesora grita un sí, claro y dice que soy la hija de pero se le ha olvidado el nombre de mi padre. Sigo leyendo el panfleto que me han dado: está todo mal escrito, los porqués separados y los acentos mal puestos. Me dan la hoja de las firmas y pongo mi nombre, mi dni y mi firma. No he subido. De camino a casa piendo que yo no he tomado ninguna decisión y que voy a volver por la tarde.

            Cuando llego allí hay un señor y una señora fumando en la puerta. Están insultando a una chica que ha entrado: le llaman esquirola y traidora, la señora promete despreciarla la próxima vez que se la encuentre en Madrid. Me dan ganas de salir corriendo. Decido entrar. Antes de atravesar la segunda puerta, sale a recibirme la actriz de por la mañana. Me dice que es una decisión que tengo que tomar yo, pero que tengo que saber en qué bando me coloco. Luego aparece la ayudante de dirección de Los bosques de Nyx y me dice que confíe en los actores que tienen más experiencia y se han sumado al piquete. He tomado una decisión: no me voy a presentar porque el casting no es válido, está coaccionado. Apago el cigarro y entro. De pronto alguien que no me conoce de nada me pregunta si voy a presentarme, porque ya me ha visto por la mañana. Le digo que no, que no quiero que me llamen esquirola. Voy a hablar con Konrad, el director, fue profesor mío. Le pido disculpas y le intento explicar la coacción. Él, muy amable, me dice que no pasa nada, que ha vivido dos días en una función de Ionesco y que tiene que coger un tren. En la salida me invitan a tomar un vino, rechazo educadamente y decido ir a la fnac a escuchar el nuevo disco de Carla Bruni.

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