Bolo
Voy a inaugurar un Sabeco en Madrid, más concretamente en Rivasvaciamadrid. Me acompañan dos chicos, homosexuales, y Marta, también conocida como la chica del pelo rojo. Quedamos a las seis de la mañana en la esquina de mi casa. Vamos en un coche alquilado. Marta y yo vamos detrás y los dos chicos, delante. Marta me cuenta que ha estado en un camping nudista y que es una pasada, dice. Asiento y ofrezco chicles para todos. Luego me duermo un rato, justo cuando nos perdemos y en lugar de coger la R-2 cogemos la A-2 y, una vez en la R-2, nos pasamos la salida de Rivasvaciamadrid y cuando me despierto estamos en la calle del clavo, que es paralela a la de la tuerca, el tornillo, etc. Por fin nos hemos encontrado. Llegamos con un poco de retraso. Acaban de abrir.
Nos llevan a un cuarto pequeño y lleno de cajas de folletos y uniformes de Sabeco, también hay una nevera de helados vacía y un par de sillas. Llevamos una cámara de vídeo rota, un micrófono con percha y un megáfono. Se supone que hemos ido a rodar la promoción de Sabeco con una actriz pseudofamosa y un director repelente. Yo soy la perchista y Marta, la actriz. Todo lo demás es improvisación. Tres horas por la mañana y tres por la tarde. Antes de empezar ya me he aburrido.
Marta dice en el primer descanso que se lo está pasando muy bien. Ella habla y marca las acciones y no deja intervenir a nadie. Entiendo que se lo pase bien. Volvemos a salir y pacto con el cámara hacerme la torpe: meto la percha en plano, me choco con los carteles y con el cámara y le doy a Marta en la cabeza con la percha. Estoy a punto de sacarle un ojo al cámara, por error, y nos da un ataque de risa.
En la comida hablamos del teatro, del CDA y de la compañía que nos contrata. Luego los chicos hablan de sus novios y de sus proyectos: hacer un musical, comprarse un coche, follar o viajar a Argentina.