1.

-Simpé es una mierda, Rodríguez es mejor –dice mi hermano. Además, no puedes ponerte un nombre en el que te quitas algo.

-Sobre todo que, yo creo, Simpé te lo acabarás quitando y aún estás a tiempo de hacerlo ahora. Piensa que en cada entrevista, en cada historia a la que te inviten la primera pregunta va a ser “por qué simpé” –argumenta su amigo. Yo asiento.

-Que nadie sabe cómo se escribe, además. Aloma Rodríguez suena de puta madre porque es un nombre raro con un apellido normal. Es cojonudo –me han convencido.

2.

-Creo que me voy a llamar Rodríguez.

-¿Rodríguez? –pregunta el editor – ¿Por qué no Simpé?

-Me ha convencido mi hermano. Dice que Simpé no es un nombre.

-…

3.

Suenan el timbre y el teléfono al mismo tiempo, cojo el teléfono. Es mi hermano.

-¿Qué coño haces? ¡Te estoy llamando al timbre!

-Perdona, estaba durmiendo. Ayer trabajé en el Bacharach. Ahora te abro.

Me pongo una camiseta y voy hacia la puerta con el móvil en la mano. Abro la puerta y me da las segundas pruebas de París tres. Me pregunta si sé cómo mirarlas.

-¿Qué es eso de que dudas entre Rodríguez y Simpé?

-Qué bocas es Raúl.

-No hay nada que dudar, Rodríguez es mejor.

-Te gusta más a ti, quieres decir.

-¿A quién le va a gustar más Simpé?

-…

4.

Mi hermano me manda esto por correo:

1.
Estimado señor, estimado señor Chéjov: Hace más o menos un año leí un relato suyo en El periódico de San Petersburgo, ahora no me acuerdo del título; recuerdo que me impresionaron sus rasgos de peculiar originalidad, y sobre todo su notable fidelidad y autenticidad en la presentación de los personajes y en la descripción de la naturaleza. Desde entonces he leído todo lo que venía firmado por Chejonte, aunque por dentro me enfadaba que un hombre se tuviera en tan poca estima que creyera necesario recurrir a un seudónimo.
2.
Por favor perdone que le haga estos comentarios; sólo los hago porque creo de verdad en su talento y deseo de todo corazón que se desarrolle por completo y en su expresión máxima. Me han dicho que pronto se publicará un libro que contiene sus relatos; si es bajo el seudónimo de Che-jon-te, le pido honestamente que telegrafíe a su impresor para que ponga su nombre verdadero. Después de sus últimos relatos en Tiempo nuevo y tras el éxito de “El cazador”, su nombre tendrá más éxito.