Hilo dental

            Mi dentista es mi dentista desde que voy al dentista, un poco toda la vida. Es también dentista de mis padres y de mis hermanos; de mis tíos y de mis primos. A mí me da pereza ir sobre todo porque nos da hora a todos a la vez y luego yo tengo que esperar a que acabe con mis hermanos o mi madre en la sala de espera. Lo mejor de mi dentista es que nunca me ha dicho que tenía los dientes mal o que no me los lavaba tres veces al día y se me caerían. Siempre me ha dicho que tengo muy bien los dientes y que con un poco de dedicación, no tendré problemas. Desde hace diez años, cada vez que he ido me ha explicado cómo se pasa la seda dental: se enrolla en los dedos corazón de cada mano y se sujeta con los pulgares hacia arriba para la dentadura superior, y con los índices hacia abajo para la inferior. “¿Te pasas la sedica?”, me preguntaba últimamente. “A veces”, mentía yo. Hasta mi última visita. Me había saltado algunas revisiones anuales y aunque sólo me hizo una limpieza, me dolió como si me fuera a extraer una pieza. Así que, al salir del dentista, me fui muy decidida a comprar seda dental. Las farmacias ya habían cerrado y entré en un supermercado. La seda está entre los cepillos y la pasta de dientes, claro. Lo que yo no sabía era que había distintos tipos de seda dental: con cera y flúor, de nylon, con sabor a menta, para encías sensibles… Cogí una al azar. Ha estado en el baño unos dos meses, si abrir. Hasta que la otra noche me decidí: hoy me paso la seda, pensé. Cogí la caja de la seda, que conservaba su precinto perfectamente, y busqué la típica línea troquelada que facilita la apertura. No había. Estuve a punto de desistir porque tenía sueño. Con una horquilla rompí el cartón y pude sacar por fin la seda. Corté un trozo y me lo enrosqué en los dedos corazón con los pulgares hacia arriba.  

7 comments

  1. Federico

    Me resulta escatológico.
    Tuve que tomar un jarabe para las nauseas,

  2. Yo también me paso la sedica

    “¿Te pasas la sedica?” . De cómo una simple expresión llena de dulzura un relato. Me ha gustado y me ha hecho sonreír.

  3. leonard zelig

    Abriste la puerta varias veces, inquieta, alguien llegaba tarde, tus ojos, blancos como la lana azul se iban llenando de rios rojos cargados de sangre violeta, volvias detrás de la barra, sujetabas tu media sonrisa con un pedazo de hilo verde, nos lanzaste unas cuantas cervezas sin brillo con la palidez de un arco iris negro, rozaste mi brazo al salir del bar dejando tras de ti una nube amarilla.

  4. Sergio

    Qué guapa estabas ayer! Qué corte el pedirle tu marcapáginas a Chusé! Ánimo con tu nueva novela de otro de tus lectores anónimos! Viva el Día del Libro!
    Besos!

  5. Miguel ángel

    Jajajajaja….Palomica, Palomica: De tal palo, tal astilla.Besicos y no hagas demasiado caso de la gente envidiosa. Ladran, luego cabalgas…

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