Herencia

            Siempre que venía el guapo al bar, le atendía Almudena. Era una especie de acuerdo tácito entre las dos, aunque alguna vez se hizo explícito. Era algo así como los quinquenios de los funcionarios. Un derecho adquirido por antigüedad. Ahora, Almudena no está. Y yo he heredado casi todos sus privilegios. Me siento un poco como la siamesa superviviente. Hasta tengo una cicatriz que me parte en dos mitades casi simétricas. O como el inmortal que sobrevive porque sólo puede quedar uno. Sólo que yo he conocido a mi siamesa. Y la he admirado. Y la he copiado casi sin darme cuenta. Nos autodenominábamos Zipi y Zape. Cada día descubría algo nuevo de ella: que se había ido a Irlanda muy joven, que a los 22 años era la dueña del bar más cool de Elche, o que había sido personal shopper. La otra noche compartimos cama y dormimos culo con culo. Al levantarnos -le había dejado un pijama de padre: pantalón y camisa- parecíamos un perfecto matrimonio lesbiano.

En unas semanas, se va a París. Jorge, su novio, se va de Erasmus. Y yo le digo a Almudena que a ella le toca hacer de Barreiros. Y pienso que no podríamos ser más simétricas.

One comment

  1. siamesa rota

    mi chica…mi siamesa…te echo tanto de menos…os echo tanto de menos…

Post a comment

You may use the following HTML:
<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>