Facebook: la democratización del elitismo

Arcadi Espada escribe un post sobre La red social, la película de David Fincher que cuenta cómo empezó Facebook, que fui a ver el sábado (para huir, claro, de las fiestas y de la gente que había tomado las calles). La película se ve muy bien, los diálogos son muy ingeniosos y me gusta que la trama “judicial” estructure la película. Es una pena el doblaje, esa arragaida tradición española y zaragozana, a pesar de que -y creo que esto es bueno, en parte- cada vez se hace peor y resulta más incómodo ver una película doblada.

Sorkin, el guionista de la película, dice en una entrevista en El país que la película habla de temas universales como la traición, los celos, etc. Y dice que “Internet ha idiotizado y envilecido a su país”.

Escribe Arcadi Espada:

La Red Social, eufemismo

La Red Social, de David Fincher. Buena. Para ser excelente le sobraban veinte minutos; aunque desde Casablanca a todas las películas les sobran veinte minutos. No sé hasta qué punto llega la veracidad de todo lo que cuenta; pero el guionista habrá tenido poco margen para la fiction, dado la trama judicial en que se basa. El probable ejercicio faction es muy llamativo porque la historia está contándose prácticamente en tiempo real. La lengua en la que se cuenta, por cierto, tiene un gran interés. Al principio la chica se queja de que Mark Zuckerberg le está hablando de dos cosas a la vez. En efecto, hay muchas partes del guión que están escritas y dichas en multitasking.

El eje de la trama jurídica es la presunta apropiación de Zuckerberg de la idea original de dos gemelos de Harvard, tan perfectamente analógicos que su forma favorita de navegación es el remo. La película encara este asunto de forma modélica si es que, repito, incluye toda la verdad conocida sobre el caso. Zuckerberg robó? La mejor contestación a la pregunta la da el propio implicado, digiéndose a los gemelos, en un momento de la sesión judicial: «Si vosotros hubiérais creado Facebook habríais creado Facebook» Tan analógicos los remeros, que cuando le encargan a Zuckerberg una web que relacione entre sí a los alumnos de Harvard le regalan cuarenta días para que vaya dándoles largas entre mail y mail… tiempo que el obsesivo androide aprovecha, como idiota, para crear facebook.

Cuando vuelvo del cine leo que Steve Jobs ha invitado a Zuckerberg a su casa para ver si su Pong… puede integrarse en facebook. En efecto. Eso es lo que acaba de suceder, hace tan poco, que está sucediendo. Lo que le dice a Zuckerberg Sean Parker, el vividor, el creador de Napster: «Tú has de ser el presidente. No dejes que te digan que es la hora de los mayores». No recuerdo quién describió el cambio de paradigma: por vez primera en la historia de la humanidad los adolescentes dominan algo que no saben hacer los adultos. Es exacto, con la salvedad del deporte.

Por lo demás la película vuelve a probar que los temas siguen siendo cuatro y los argumentos cuatro millones, y creciendo. La inteligencia de Zuckerberg fue escribir cuatro millones de líneas de código para follar. Los otros, por supuesto. Que él todavía no está en edad.
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