Piscinas

Mi madre me decía la otra noche, mientras yo sudaba sin parar a la una de la mañana, que “el calor es lo mejor del mundo: piscina, gazpacho, helados…”. Aunque me encantan las tres cosas, necesito un periodo de adaptación y un ventilador.

He pasado los veranos en pueblos de Teruel: Camarena de la Sierra, Cantavieja, Urrea de Gaén, La Iglesuela del Cid y Ejulve, el pueblo de mis abuelos, al que parte de mi familia sigue yendo en verano. Es probable que este verano pase un fin de semana en La Zoma, que está al lado de Ejulve, para celebrar las bodas de oro de Aurora, la tía de mi novio. Ejulve es el único pueblo al que vuelvo de vez en cuando: para celebrar los ochenta años de mi abuela o para acompañar a mi madre a recoger a mis hermanos.

Me encantaría pasar el verano en Garrapinillos, estar todo el día en el agua y luego ir a cenar a la terraza del bar España, en la plaza del pueblo. He ido a la piscina de Garrapinillos y a la de Miralbueno, en la que hay pistas de tenis. También he estado en la piscina de Tardienta con un bikini prestado que me iba pequeño. He estado en las piscinas de Alcorisa y Berges, cuando en Ejulve todavía no había una; he estado en piscinas de agua muy fría: Camarena, Cantavieja, La Iglesuela y Teruel, en la piscina que hay junto a Dinópolis. Cuando éramos pequeños, mi madre nos llevaba a la piscina de la Hípica; aunque yo aprendí a nadar en la piscina cubierta del Huevo, con la insistencia de mi tío Paco. Con mi madre fuimos a las piscinas de Valdefierro y de La Cartuja cuando mis tíos trabajaban allí. Se encargaban del mantenimiento, pero yo creía que eran socorristas. De adolescente iba a la piscina de Ciudad Jardín con mis amigas del instituto. Creo que fue el invierno de tercero de Filología Hispánica cuando mi madre y yo íbamos a nadar por la mañana, casi de madrugada para mí, a la piscina cubierta de Utebo. En París fuimos solo una vez a la piscina cubierta de nuestro barrio, aunque compramos gorros y gafas de bucear pensando en volver. También he estado en piscinas de urbanizaciones: alguna vez íbamos a la de mis primos, en Gómez Laguna, he estado en la de una urbanización de La Pineda, en una de un hotel en Salou y en una piscina de camping. También me he bañado en la piscina de la casa en la que vivía mi tía Isa, en Orihuela, antes de mudarse. Y recuerdo la piscina de la urbanización de Jávea en la que veraneaba el escritor Julio Alejandro de Castro: me acuerdo de los pendientes que me regaló y del golpe que me di al salir a la terraza sin darme cuenta de que la puerta de cristal estaba cerrada. De todas las piscinas en las que me he bañado, mi favorita está en Garrapinillos y tiene una sirena pintada por Lina Vila.

*Bañera publicada el domingo 1 de julio en Heraldo domingo.

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