Matrimonio


Hasta hace no mucho, el diccionario de la Real Academia recogía esta acepción de matrimonio: “Unión de hombre y mujer, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”. El artículo fue enmendado y aparece ya una segunda acepción: “En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales, para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses”.
En España la ley que permite contraer matrimonio a personas del mismo sexo se aprobó el 30 de junio de 2005, con 187 votos a favor frente a 147 en contra, durante la primera legislatura de Zapatero. A lo largo de estos siete años más de 22.000 parejas homosexuales ejercieron su derecho y se convirtieron en matrimonio civil. La semana pasada el Tribunal Constitucional desestimó el recurso que interpuso el Partido Popular contra el matrimonio homosexual y avalaba así la unión civil y legal entre personas del mismo sexo.
La ley del matrimonio homosexual en España fue una de las primeras en Europa: Bélgica lo aprobó en 2003 y Holanda lo contemplaba desde 2001. Noruega y Suecia, en 2009, y Portugal, en 2010, también lo aprobaron, en EEUU diez estados lo contemplan aunque no está reconocido a nivel federal, pero hace unos meses Obama dijo: “creo que las parejas del mismo sexo deberían poder casarse”. Francia prepara una ley que permitirá el matrimonio homosexual y que estará lista antes de septiembre de 2013. Con la legalización del matrimonio homosexual, España se convertía en uno de los países más avanzados y modernos de Europa en esa materia, reconocía un derecho que equiparaba los derechos de los homosexuales con los de los del resto de ciudadanos.
La homosexualidad ha sido perseguida y castigada durante siglos y todavía es así en demasiados países: el escritor Abdelá Taia lo cuenta en ‘Mi Marruecos’ o en ‘Ejército de salvación’. Por eso reconocer ese derecho fundamental puso a España del lado de la defensa de los derechos y libertades del ciudadano. Fue, sin duda, uno de los grandes aciertos del gobierno de Zapatero.
Hay algo que debe estar por encima de las religiones, creencias, supersticiones, hábitos, compromisos, preferencias, etc., y que además nos iguala, o al menos debería hacerlo: el código civil. Las leyes, dijo Fernando Savater hace poco más de un año en una conferencia, deben proporcionar un marco legal que haga posible la convivencia de distintas moralidades. Más que alegrarme, la decisión del TC me alivia: aceptar el recurso habría sido dar un paso atrás y permitir que las convicciones religiosas rigieran la vida civil y pasaran por encima de la ley.

Columna publicada el domingo 18 de noviembre en Heraldo Domingo.

*La foto de Abdelá Taia la he tomado de aquí.

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