Despierta, Alan

El 24 de diciembre de 2013 la reina de Inglaterra concedió el perdón real al matemático Alan Turing (1912), que había sido juzgado y condenado por homosexual en el año 52, como Oscar Wilde y otros tantos seres anónimos. Turing eligió someterse a un tratamiento de castración química, para evitar la cárcel, que le produjo terribles secuelas. Se suicidó dos años después comiendo una manzana envenenada con cianuro. (La madre de Turing negó el suicidio, lo achacó a una contaminación accidental y, por supuesto, ha habido teorías conspiranoicas sobre la posibilidad de que fuera asesinado por los servicios secretos ingleses.) La editorial Turner ha publicado una biografía de Turing a cargo de Jack Copeland, que sostiene la hipótesis de la muerte accidental de Turing. En 2014 se cumplen sesenta años de su muerte. Ese es el trágico e injusto final de una apasionante historia, la del padre de la inteligencia artificial, que fue capaz de descifrar los mensajes encriptados en la máquina Enigma que enviaba el ejército nazi. Turing fabricó lo que podría considerarse un antecedente de los ordenadores actuales y creó el Test de Turing, que hoy se ha transformado en el captcha (la prueba que se hace para saber si opera una computadora o una persona).

Llegué a Turing gracias al disco “Un dígito binario dudoso”, de Hidrogenesse, publicado en 2012, en el centenario del nacimiento de Turing. La primera canción se llama ‘El beso’, y habla del perdón que pidió el gobierno de Gordon Brown por el trato a Turing: “Despierta, Alan. / El sueño profundo / ya se ha terminado. / Han solucionado / la contradicción. / El gobierno / pide ser perdonado / y se ha retractado, / Mr. Gordon Brown”. Aunque no fue indultado hasta 2013. Y por fin, el estribillo: “Esta canción / es un beso / para despertar / a Alan Turing”. Las canciones del disco de Hidrogenesse cuentan la historia de Alan, que es una historia de amor: con las máquinas, con la inteligencia artificial, con Christopher, el compañero de Turing que murió prematuramente a causa de una tuberculosis bovina, y con las matemáticas. Pero también cuentan la tragedia de Turing; en ‘Enigma’ hablan de códigos secretos y recogen el silogismo que escribió Turing mientras estaba siendo investigado: “Turing cree que las máquinas piensan. Turing se acuesta con hombres. [Luego] Turing se equivoca”. Y añaden: “Los mérito públicos son secretos. Los detalles personales son públicos”.

Me gustaría saber algo de matemáticas para entender los logros de Turing en ese campo, comprender el alcance de su aportación a la elaboración del algoritmo, saber qué es la tesis Church-Turing. Mientras, me consuelo cantando ‘Captcha-Cha-Cha’ o la ‘Historia del mundo contada por las máquinas’.

*Bañera publicada el domingo 12 de enero de 2014 en Heraldo domingo.

**En la imagen, Hidrogenesse sujeta una foto de Alan Turing.

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