Category: Mixtapes

Hacerse mayor

El cine de los 80. The Time of My Life (Blackie Books, 2016) es el título de un ensayo que reivindica películas de la década de los 80 más allá de la nostalgia y de la idealización de la infancia perdida. Entre las películas que Hadley Freeman, judía de Nueva York afincada en Londres, rescata y cuya calidad demuestra y explica con inteligencia y sentido del humor están Dirty Dancing, La princesa prometida, La chica de rosa, como muestra de todas las películas de adolescentes de John Hughes, director también de El club de los cinco, Cazafantasmas, Cuando Harry encontró a Sally o Batman. En el capítulo dedicado a La chica de rosa escribe: “En El club de los cinco, Hughes demostró ser consciente de los mayores aprietos que supone ser una adolescente cuando los dos personajes femeninos hablan sobre cómo responder a la pregunta de si ‘lo has hecho’ o no: ‘Es un arma de dos filos, ¿verdad? –le dice Allison a Claire–. Si dices que no, eres una mojigata. Y si dices que sí, eres una mujerzuela. Vaya trampa. Quieres pero no puedes y, cuando lo haces, quisieras no haberlo hecho’. Hughes sabía que no solo los chicos lo pasan mal con el sexo”.

Las chicas y el sexo. Este verano, la NYBooks dedicó un texto a explicar la relación de las adolescentes estadounidenses con el sexo, a partir de dos libros publicados. La autora del texto, Zoë Heller, terminaba animando a reforzar la posición de las chicas en cuanto al sexo en la educación sexual: “Gran parte del discurso sobre chicas y sexo ha tendido a reforzar más que cuestionar la idea de la vulnerabilidad femenina y la victimización. Sería saludable recuperar algo de la beligerancia de la vieja escuela feminista e inyectarlo en la cultura”. Algo que sí le sucede a la adolescente protagonista de Dirty Dancing, Baby, interpretada por Jennifer Grey: “Baby no solo quiere acostarse con Johnny [Patrick Swayze], sino que le encanta el sexo con él y la película lo refleja con la analogía nada sutil entre el baile y el sexo. A Baby le resplandece el rostro las mañanas después  mejora en el baile a medida que gana confianza sexual”. Y un poco más adelante: “Esta perogrullada básica (a las adolescentes les gusta el sexo) es una lección que rara vez se saca en las películas actuales. Hoy en día, una chica en una película de adolescentes que practique el sexo (o que simplemente muestre tener ganas) se arriesga a que su novio la destroce y a que un bebé vampiro la devore desde dentro (Bella en Crepúsculo)”.

La atormentada adolescente que hemos sido. En Letra rebelde (Belleza infinita, 2016), un cómic autobiográfico de Natalia Carrero (Barcelona, 1970), la escritora cuela entre los dibujos, las letras y las citas de escritores fragmentos de su diario de adolescente. Aquí uno fechado en marzo de 1986: “Estoy segura de que el día de mi muerte mi corazón mostrará la mayor de las sonrisas, y mi cuerpo, completamente ya relajado, inerte, inmóvil, se convertirá en una fuente de felicidad de la que emanarán todas las respuestas a esos enigmas… porque, quizás, entonces, los halle… y sea feliz. ¡¡VIVA LA MUERTE!! ¡Qué mejor solución!

De padre a hija. En 2013 Alpha Decay tradujo una antología de las cartas que Francis Scott Fitzgerald envió a su hija Scottie (1921-1986), Cartas a mi hija. El libro, además de ser un libro tierno y emocionante sobre la relación entre un padre y una hija, contiene consejos sobre literatura, sobre escribir y es un retrato tanto del escritor como de su hija, aunque el de esta se va perfilando a través de las misivas del padre. Y es también un retrato de lo que es ser adolescente. Una carta de verano de 1935: “Scottina: Me ha encantado verte y además me ha gustado muchísimo lo que he visto (esto aparte de lo mucho que te quiero y te querré siempre). Eres más amable con los adultos, estás saliendo de esa etapa un tanto complicada que en las niñas se da entre los doce y los quince años, más o menos. Te espera un buen coscorrón […] De todos modos la cosa no es grave. Pero creo que el próximo coscorrón será más fuerte, aunque sobrevivirás y después del golpe sabrás arreglártelas mejor”.

Adolescentes y fiestas de pijamas. Esta película de 2010, escrita y dirigida por David Robert Mitchell, cuenta la última fiesta del verano y desmonta The Myth of the American Sleepover. 

Escribe como bailas

ESCRIBIR Y BAILAR. La escritora inglesa afincada en Nueva York Zadie Smith acaba de publicar novela, se llama Swing Time y, según escribe Claire Messud en NYBooks, aborda muchos temas: “la danza, como idea y como arte; la amistad y la rivalidad entre chicas y mujeres; madres, hijas y maternidad; la identidad racial y cultural; la creatividad y el éxito; la ambición; el amor –y aparecen también, muchos más: formas contemporáneas del imperialismo cultural liberal de Occidente; los efectos de las redes sociales; la vuelta de la religión en los países en desarrollo (en este caso, el islam en Gambia); la cultura de la fama y sus efectos; la crisis de inmigrantes en Europa.

ARTES BARATAS. En un texto publicado en The Guardian, titulado “Dance lessons for writers”, Smith escribe: “La conexión entre escritura y danza ha estado mucho en mi cabeza últimamente: es un canal que quiero mantener abierto. Parece un poco abandonado, comparado con, por ejemplo, la relación entre música y prosa. Tal vez porque hay algo contraintuitivo ahí. Pero para mí, las dos formas están cercanas: la danza tiene algo que decirme sobre lo que hago”. Un poco más adelante, cita un fragmento de la biografía de la coreógrafa Martha Graham en el que aconseja a bailarines: “Hay una vitalidad, una fuerza vital, una energía, un estímulo que se traduce en acción a través de ti y, puesto que solo hay un tú en todo el tiempo, esa expresión es única. Es tu trabajo mantenerla en ti clara y directamente, mantener el canal abierto”. Luego Zadie Smith hace un listado que va de Fred Astaire a Nureyev, pasando por Prince, Beyoncé o David Bowie, sobre en qué le ha influido cada uno como escritora. Escribe que “escribir, como bailar, es una de las artes accesibles para la gente que no tiene nada”.

ESCRIBIR ES UN TRABAJO FÍSICO. Me acordé de un fragmento del libro más reciente de Ismael Grasa, Una ilusión (Xordica, 2016), en el que, entre otras cosas, explica por qué y cómo se hizo escritor: “A veces se insiste en que el oficio de escritor va ligado principalmente a la soledad, cuando lo cierto es que hacerse escritor tiene mucho que ver con esta junto a otros escritores, con el hecho de haberlos tenido en la familia o de haber vivido con alguno de ellos, como me sucedió a mí. Creo que no siempre se repara en que escribir tiene una relación directa con el hecho de haber visto escribir. Porque escribir, como el silencio que acompaña esta actividad, es primeramente algo físico, es una postura, un modo de disponer la columna vertebral, por así decirlo”.

LA ATRACCIÓN DE LOS CUERPOS. La tercera película de Valérie Donzelli, responsable de la maravillosa Declaración de guerra (2011), se llama Main dans la main (2012) y cuenta la historia de una profesora de ballet y un bailarín amateur que se quedan pegados y cuyos movimientos se acompasan después de haberse besado.

Soy prosaica y gris

 Natalia Ginzburg.

Selfish, Shallow, and Self-Absorbed: Writers on the Choice Not to Have Children recoge ensayos de dieciséis escritores que decidieron no tener hijos. Maria Popova extracta algunos fragmentos aquí.

No aparece Natalia Ginzburg, que en “Mi oficio”, en Las pequeñas virtudes, escribe: “Después nacieron mis hijos, y yo, al principio, cuando eran muy pequeños, no lograba entender cómo  se podía escribir teniendo hijos”.

El primero de la serie fue este: lo escribe una chica de 30 años que vive con su novio desde hace seis años. Es una pareja muy bien avenida: “Conozco cientos de parejas. Ninguna se ríe y comparte tanto como nosotros”. Dice que “actualmente, la gente que tiene hijos se atonta y se amuerma, se vuelve prosaica y gris, envilece su mente y estanca su intelecto”. Dice que no le interesan  “los comentarios de las mujeres que tienen bebés” (sobre todo cuando hablan de cosas vulgares como análisis). Pero que le “interesarían si escuchara ‘ayer se despertó de la siesta y me miró a los ojos y parecía que entendía mi tristeza’”. Provocó esta respuesta y esta y esta.

Me acordé de una cena las pasadas navidades —iba con mi bebé, siempre a la última moda— en la que dije que las madres éramos “escoria social”. Me dijeron que exageraba. Me encantaría mandarles el texto para demostrar que no soy absolutamente paranoica.

Durante el primer mes de vida de mi hija, pensé que no sería capaz de volver a leer. Rachel Cass recomienda elabora una lista de libros para leer cuando “estás atrapado en casa con un nuevo bebé”.

 

 

 

Tres años

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Hoy se cumplen tres años de la muerte de Félix Romeo.

Me acuerdo de Félix Romeo, en Letras Libres, revista de la que era colaborador.

Daniel Gascón se acuerda de Félix Romeo.

Rolde le dedicó un número, Palabras para Félix.

Heredé su columna dominical en Heraldo de Aragón, mantiene el título que él el puso, “Las naturales”. La primera que escribí. La que escribí un año después.

Félix Romeo por Félix Romeo.

Tengo una carpeta que se llama “fotosfelix” en mi disco duro externo. Esta es una de mis favoritas.

 

Una pieza

Solo si te mueves from lorenahtudela on Vimeo.

Una pieza de Lorena H. Tudela y Aloma Rodríguez, con fragmentos de Solo si te mueves.

Sonido: Eduardo García Castro.

Las fotos son reales y la novela es ficción. La pieza iba a llamarse Documentación o Materiales, pero al final la dejamos sin nombre.

Libros que conversan

(Natalia Ginzburg)

Natalia Ginzburg publicó Léxico familiar en 1963. Dice en el prólogo: “Y es que este libro, aunque haya sido extraído de la realidad, debe leerse como se lee una novela, es decir, sin pedir más, ni menos tampoco, de lo que una novela puede ofrecer. [...] No deseaba hablar de mí. Esta no es mi historia, sino (incluso con vacíos y lagunas) la de mi familia.”

Léxico familiar es uno de mis libros favoritos y Natalia Ginzburg una de mis escritoras favoritas, por eso propuse este libro para un club de lectura sobre novelas autobiográficas. Y por eso lo releí hace un par de semanas. Es un libro delicioso, recoge las expresiones de los padres, hermanos, amigos, los personajes que conforman el paisaje de la infancia y adolescencia de Natalia Ginzburg que quedan retratados por sus palabras. Uno de los protagonitas es el padre de la Ginzburg: Giuseppe Levi, profesor de Anatomía en la Facultad de Medicina de Turín, que fue maestro, entre otros de Rita Levi-Montalcini.

(Rita Levi-Montalcini)

Elogio de la imperfección es el título de las memorias de Rita Levi-Montalcini, un personaje fascinante. En sus memorias habla de su madre, de la relación con su padre, que siempre le reprochaba que prefiriera besar al aire antes que a él y que murió demasiado joven, de sus estudios en la facultad y de su profesor, Giuseppe Levi. A él le dedica el capítulo 6 de sus memorias, “Aprendizaje con un maestro”.

(Giuseppe Levi)

Giuseppe Levi no es el único personaje que aparece en los dos libros: Terni, amigo de Levi, apasionado de Proust y culpable de la complicidad entre Paola y Mario, hermanos de Natalia Ginzburg, en la adolescencia. Terni fue expulsado de la Academia dei Lincei el 4 de enero de 1946 junto a otros treinta y nueve miembros, por su vinculación con el régimen fascista. Cuenta Levi-Montalcini que Giuseppe Levi era el secretario de la comisión. “Por él supe que Terni figuraba en la lista de expulsados, y le comenté que la sanción, que yo juzgaba injustificada porque Terni, aunque simpatizaba con el régimen, nunca había desempeñado cargos públicos, podía empeorar el estado depresivo de nuestro amigo. Pero Levi me contestó que, precisamente por ser su amigo, tenía el deber de actuar con él como con todos los demás. [...] Tullio Terni, deprimido como estaba, cayó en tal desesperación que el 25 de abril de mismo año puso fin a su vida, con una de las cápsulas de cianuro que tenía preparadas para el caso de que él y sus seres queridos cayeran en manos de las SS en tiempos de la invasión nazi. La noticia, que conocimos a la mañana siguiente en el Instituto, representó un terrible golpe para Levi: demasiado tarde se daba cuenta de lo mucho que había subestimado la sensibilidad y vulnerabilidad del amigo y lo muy injustificada e injusta que había sido la grave medida tomada contra él.”

De Terni escribe Natalia Ginzburg: “En cuanto a Terni, si mal no recuerdo, no era nada melancólico, no se sentía atraído de forma especial por los lugares abandonados y silenciosos, y tampoco daba nunca paseos melancólicos y solitarios. Terni vivía de un modo completamente normal: en su casa, con su mujer Mary, la niñera Assunta y sus hijos Cucco y Lullina, a los que él y su mujer mimaban, y ante los que ambos solían extasiarse. Pero Terni había introducido en nuestra casa el gusto por la melancolía, por las actitudes melancólicas, lo mismo que había traído la Nouvelle Revue Française y las reproducciones de Casorati. Y Paola y Mario habían aceptado esa invitación.”

Léxico familiar, Natalia Ginzburg, Lumen, 2007. Traducción de Mercedes Corral.

Elogio de la imperfección, Rita Levi-Montalcini, Tusquets, 2011. Traducción de Juan Manuel Salmerón.

Anne Wiazemsky, la princesa rusa

Anne Wiazemsky (Berlín, 1947) es hija de un descendiente de la aristocracia rusa y de Claire Mauriac, hija del escritor François Mauriac.

Robert Bresson la eligió para protagonizar Au hassard Balthazar en 1966; en su novela La joven (El Aleph, 2008) cuenta el rodaje de la película. Ese verano aparece por el rodaje Jean-Luc Godard, que se había enamorado de ella al verla en una fotos en una revista. Sin embargo, ella no le prestará demasiada atención hasta ver Masculino, femenino. A la salida del cine le escribe una carta casi de amor a Godard y la envía a la redacción de Cahiers du cinéma. Todo esto y su historia de amor y aprendizaje, el matrimonio en Suiza, la primera noche de amor (ella no era virgen, pero con Godard descubre que le gusta), la unviersidad, la oposición de su abuelo a la relación, la complicidad con su hermano, etc., está maravillosamente contado en Un año ajetreado (Une année studieuse, en original) que acaba de publicar Anagrama en español.

Anne Wiazemsky publicó su primera novela en 1988. En 1993 obtuvo el Prix Goncourt des lycéens por Canines, y en 1998 el Grand prix du roman de l’Académie française por su novela Une poignée de gens.

Una entrevista con Anne Wiazemsky en 2008.

Una entrevista con Anne Wiazemsky en Le Figaro.