Stephen Shore

Stephen Shore (Nueva York, 1947) tenía once años cuando un vecino le prestó un libro de fotografías de Walker Evans (1903-1975) que le impactó profundamente. Para entonces, Shore ya tenía cámara –una Ricoh- y llevaba varios años revelando en su propio cuarto oscuro. A los catorce años le mostró sus primeros trabajos al responsable de fotografía del MoMA, Edward Steichen, que le compró tres piezas. Fue colaborador de la Factory de Warhol (documentó sus trabajos, se encargó de la iluminación de los primeros espectáculos de The Velvet Underground), viajó, siguió investigando, explorando y, sobre todo, trabajando de un modo incansable. Fundación Mapfre acoge una retrospectiva del fotógrafo neoyorkino, que es una delicia recorrer y que se clausura hoy.

La primera gran serie de Shore es ‘American Surfaces’, cuyas líneas de trabajo ya estaban planteadas en ‘Greetings from Amarillo. Texas’, donde quería imitar el estilo de las postales turísticas: fotografió edificios de Amarillo que luego convirtió en postales de recuerdo en las que no había ninguna alusión ni al lugar ni al autor de la foto. ‘American Surfaces’ es también un diario visual, como lo serán ‘Uncommon Places’ y ‘Road Trip Journal’, y como lo era ’22 de julio de 1969’, aunque solo abarcara un día. En las fotos de Shore aparecen fachadas, mesillas de noche de hoteles, restos de comida, rostros anónimos, escenas cotidianas, detalles y acciones aparentemente frecuentes e intrascendentes. Una mujer con un pijama de enfermera caminando por una calle con árboles, una chica de espaldas en una piscina en la que el agua le llega casi hasta la cadera, son algunos ejemplos de las imágenes que componen esas series.

Hay un periodo en el que trabaja sobre el paisaje y una década en la que decide que solo va a disparar en blanco y negro; a esa etapa pertenecen las impresionantes fotografías de la serie ‘New York City’ en el que retrata la ciudad con una cámara de placas como si de instantáneas casuales se tratara. Después, el fotógrafo se ha interesado por la autoedición y la impresión bajo demanda, que ha compaginado con series como ‘Ucrania’, sobre los supervivientes del Holocausto, o ‘Winslow’.

Stephen Shore, que además enseña fotografía, parece moverse siempre huyendo de la comodidad y del terreno conocido y es uno de los referentes de la fotografía contemporánea. Sus fotos capturan la belleza de lo banal y lo cotidiano, aunque aparentemente no la buscan. Tal vez por eso visitar la exposición es una aventura hipnótica absolutamente recomendable.

*Bañera publicada el domingo 23 de noviembre en Heraldo domingo.

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