Rodríguez

Barreiros se había ido a una despedida de soltero rural y yo estaba de Rodríguez. Me había asegurado que no habría putas ni strippers, sólo catorce tíos, mucha cerveza y una play station. Yo no me lo creía del todo y quedé con Marián. Cenamos en su casa y tomamos muchas cervezas. Al día siguiente y después de una borrachera en la que hice cosas de las que si me acordara, me avergonzaría, tenía una resaca que me impedía levantarme del sofá. Mi hermano me llamó para comer con él en su casa, que está justo debajo de la mía y preparamos unos bocadillos de jamón. La antipodina y yo untamos el pan con tomate. Luego intenté dormir un rato. Por la noche mi hermano había quedado con sus amigos del instituto para beber en casa de uno. Me invitó y yo acepté porque un clavo saca otro clavo, pensé.

Cenamos en el chino de al lado de casa y recogimos las cervezas de la nevera de mi hermano. Por el camino, mi hermano y yo le contamos a la pequeña antipodina que uno de los amigos que iban a estar tenía la manía de tocarme el culo. No sólo a mí -maticé-, es algo que hace. En cuanto te conozca un poco más, te sobará como a todos, le advertí a la antipodina. 

Nos encontramos con el amigo sobón en el portal de la casa a la que íbamos y como saludo me dio una palmada en el culo y, por supuesto, la pequeña antipodina rompió en carcajadas.

Mientras se bebían una botella de whisky y otra de ron -antipodina y yo bebíamos cerveza- recordaban las borracheras que habían vivido juntos: la vez que mi hermano se quitó la camiseta y, amablemente, se la ofreció a la chica que habían manchado de calimocho para que se secase tirándosela a la cara y uno de ellos recibió un puñetazo en el ojo; o la vez que perdieron a un americano en las fiestas de Teruel y encontraron comiendo pan; o la vez que al anfitrión y a mi hermano les persiguieron unos punkis. También hablaron de trabajo y de viviendas de protección oficial y de la declaración de la renta y de expresiones típicamente aragonesas. La metaborrachera era más divertida.

En la calle, de camino a un bar, unos críos jugaban a baloncesto en una canasta de Ciudad Jardín, eran las tres de la mañana. Mi hermano dijo que parecíamos de dos series americanas, el mundo era un plató. Luego el anfitrión nos preguntó si nos habíamos aburrido. Antipodina y yo respondimos que no. Ella se fue a dormir enseguida y, no sé cómo, yo llegué a casa a las siete de la mañana.

Barreiros volvería por la tarde de la despedida de soltero.

6 comments

  1. Sobon

    Ya lo verás, nunca me había considerado un sobón, pero ahora a dios pongo por testigo, que jamás volveré a tocarte el culo!!!!!!!!!!!!!!!!!

Post a comment

You may use the following HTML:
<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>