“Quiero ser Bukowski”

Él quería ser Bukowski y yo le hablé de John Fante. Él me pasaba sus cuentos y yo le decía que tenía que trabajar más. Íbamos juntos a clase. Sus cuentos eran amargos, grises. Le dije que si echaba un polvo se le curaría la misognia. Él me contó que ya lo había intentado, se había ido de putas sin dinero.

Me dijo que había terminado su novela, Quiero ser Bukowski. La leí con atención. Apunté todas mis observaciones en un folio. Quedamos a tomar cañas. Siempre en el mismo bar: cerveza barata y un puñado de pipas gratis.

Era divertido. Me dijo que ya no iba por la facultad. Hablamos de su novela. No me atreví a preguntarle por la chica de la que se enamora su alter ego en la novela. Él me preguntó si seguía con el chico aquel y yo le dije que nos íbamo a París. Nos despedimos en la puerta del bar.

Guardó su novela en un cajón cuando fue rechazada por la primera editorial, ahora escribe otra novela a medias con otro tipo. Mientras el proyecto sale adelante, va por los bares contando lo más patético de su breve experiencia sexual, son monólogos cómicos.