Amélie Nothomb: la amante atípica

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Amélie Nothomb (1967) es hija de diplómatico, nació en Kobe, Japón, y se trasladó a Pekín a los cinco años. Vivió en Nueva York, Laos, Birmania, Bangladesh y la India antes de instalarse con su familia en Bruselas a los 17 años, como relató en ‘Biografía del hambre’ (Anagrama, 2006), una novela que, sobre todo, destapa el inicio de su vocación literaria. Amélie Nothomb escribe cuatro horas al día, de cuatro de la mañana a ocho, y le da tiempo a terminar tres novelas al año, de las que sólo publica una. Escribe por necesidad, según ella misma ha afirmado. Amélie Nothomb alterna ficciones -como la novela que publicó en la ‘rentrée’ francesa, ‘Le fait du prince’ (Albin Michel, 2008)- con el relato autobiográfico. Nothomb, cuyos libros se esperan en Francia como la llegada del nuevo ‘beaujolais’, ha sido adaptada al cine por François Ruggieri (‘Hygiène de l’asasin’, 1999) y por Alain Corneau (‘Stupeur et tremblements, 2003); y también se ha llevado al teatro su ‘Cosmética del enemigo’ (Anagrama, 2003).

En ‘Ni de Adán ni de Eva’ (Anagrama, 2009), Nothomb viaja a Tokio para contar la historia de amor que mantuvo con un japonés, un año menor que ella, hijo de uno de los joyeros más importantes de Tokio. Es la historia de dos amores imposibles: el de Rinri por su profesora y el Amélie por Japón. O un triángulo amoroso cuyos vértices son Amélie, Rinri y Japón. Y es un una educación sentimental. Amélie vuelve a Japón decidida a integrarse en el mundo laboral nipón y a someterse a sus rígidas normas. Mientras estudia japonés, empieza a dar clases de francés. Su alumno, Rinri, se convierte a las pocas semanas en su amante, tras un curioso incidente con una ‘fondue’: “[Rinri] Se arrodilló, tomó una de mis manos y se puso a rasparla con sus propios dientes. […] Nunca una galantería me dejó tan estupefacta”, dice Nothomb. “Cuando el trabajo hubo terminado, contempló minuciosamente el resultado de su rescate y, aliviado, suspiró. Aquel episodio había actuado en él como una catarsis. Me tomó en sus brazos y ya no me dejó”.

Su relación con Rinri, que conduce un deslumbrante Mercedes blanco que le hace parecer de la ‘yacuzza’, le permite aprender japonés y redescubrir el país nipón: “A los cinco años [le cuenta Rinri], como los demás niños, tuve que examinarme para entrar en una de las mejores universidades. A los cinco años ya lo sabía. Pero no lo conseguí.”

Rinri y Amélie tienen cosas en común: ambos están fascinados con la cultura y el idioma del otro, tanto que “Quizás podría considerarse que Rinri y yo, cada uno a su manera, nos habíamos contagiado de la inclinación típica del otro: él jugaba al amor, embriagado por la novedad, y yo me deleitaba de ‘koi’ [gusto]” y los dos tienen una hermana a la que adoran. Les gustan los mismos escritores, van al cine y, sobre todo, comen. Amélie disfruta comiendo y, Rinri, viéndola comer. Cuando descubren que se ha terminado la salsa de ciruelas amargas, imprescindible para preparar el plato preferido de Amélie, van a Hiroshima a por más. Allí, “nada, absolutamente nada, hacía pensar en una ciudad mártir” y en el Parque de la Paz, Rinri lee en voz alta, “de principio a fin, ‘Hiroshima mon amour’”. Un ciclón los mantiene encerrados en casa de Rinri durante un fin de semana, mientras su familia está de viaje. Van al monte Fuji y conocen a sus respectivas hermanas. En la isla de Sado comen pulpo crudo. El padre de Rinri le regala algunas de sus joyas a Amélie; a la madre del joven, en cambio, no termina de gustarle y los abuelos siguen llamándola ‘sensei’.

En ‘Ni de Adán ni de Eva’ reaparecen algunos de los temas de la escritora belga: el placer de la comida, la escritura como necesidad y salvación y, por supuesto, Japón. Nothomb ha dedicado ya tres novelas a sus años nipones y parte de ‘Biografía del hambre’ sucede también allí. Con ‘Estupor y temblores’ –una de sus mejores novelas- ganó el Gran premio de la Academia francesa. ‘Ni de Adán ni de Eva’ tiene mucho que ver con esta última: las dos se sitúan en Tokio y una es continuación de la otra, incluso se solapan en el tiempo; además, Rinri y su Mercedes blanco aparecían fugazmente en ‘Estupor y temblores’ porque su historia de amor empieza un año antes de que ella entre a trabajar en la gran empresa nipona Yumimoto.

Con ‘Ni de Adán ni de Eva’, de la que se ha dicho que es su novela más íntima, Amélie regresa a Japón con el humor y la ironía con que plasmó su terrible año como trabajadora de una compañía japonesa en ‘Estupor y temblores’, pero con más optimismo e inocencia. Nothomb es una de las escritoras francófonas más importantes y parece convencer más cuando habla de su propia vida: resulta más interesante, más sincera y sus historias son mejores. Dice Amélie: “esperaba algo distinto. No sabía de qué se trataba, pero estaba segura de esperarlo”. Se dice de ella que es una escritora atípica y ‘Ni de Adán ni de Eva’ muestra que es también una amante atípica.

 

*Reseña publicada en “Artes y Letras”, suplemento de Heraldo de Aragón.

La imagen la he tomado de aquí. 

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