Periódicos

La Navidad me parece uno de los peores días del año. No es porque me ponga triste pensando en los ausentes. Tampoco es porque tenga un trauma infantil con Papa Noel, o porque los Reyes Magos no me trajeran nunca una Barbie. Hace años, mientras celebrábamos la Nochebuena en casa de mis abuelos, abrieron la furgoneta de mis padres y nos robaron los regalos de Navidad. Mis hermanos, entonces pequeños, quisieron saber a quién habían robado realmente, a Papa Noel o a nosotros. Esas fueron unas Navidades raras. Sin embargo, no es ese recuerdo lo que empaña el encuentro con los familiares.

El día de Navidad me parece tristísimo porque es un día sin periódicos. Me deprime ver el periódico con las dos hojas de la programación televisiva. Me crea cierta ansiedad saber que ese día no habrá periódicos en el desayuno, ni en los bares, que no podré leer lo que ha pasado en el mundo ni los análisis de los acontecimientos. Entiendo que los periodistas, los maquetadores, los impresores y todos los que hacen que el periódico salga cada mañana tienen derecho a cenar con su familia. Pero eso no hace que deje de parecerme un día gris. Los periódicos son un elemento fundamental y siempre presente en mi vida, y ese día los echo de menos.

En ‘Madrid, 1987’, la última película de David Trueba, José Sacristán da vida a un columnista y escritor que se queda encerrado en un cuarto de baño con María Valverde, una estudiante de periodismo que quiere ser escritora. Hablan de escritores, de periodismo, de literatura, de la vida; el personaje de Sacristán dice que el estilo son los aspavientos del escritor para recordarle al lector que está ahí, y dice que un escritor se parece más a alguien que presenta a dos personas y luego se aparta, solo que presenta una historia a un lector. Los dos actores, casi los únicos de la película, están sensacionales y la película es maravillosa, valiente y arriesgada. David Trueba vuelve a hacer un derroche de talento no solo con el guión de la película, sino en todas las reflexiones y citas que elige para el personaje de José Sacristán. Es una película optimista porque nos recuerda que la incertidumbre sobre el futuro siempre ha estado y que la amenaza del final del mundo tal y como lo conocemos casi siempre nos ha perseguido, y sin embargo los periódicos han seguido saliendo, la gente sigue haciendo películas y escribiendo libros, afortunadamente. La capacidad del ser humano siempre es más fuerte que las circunstancias. Y me gusta pensar que los periódicos seguirán contándolo, por eso los añoro el día de Navidad.

Columna publicada el sábado 24 de diciembre en el suplemento dominical de Heraldo.

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