Bunbury

Llevamos planeando pasar este fin de semana en Zaragoza unos meses, al menos desde que se publicaron las fechas de la gira de presentación del nuevo disco de Enrique Bunbury, ‘Licenciado Cantinas’. Aunque también toca en Madrid a principios de febrero, preferimos verlo jugar en casa.

A veces me he arrepentido de tratar de romper el prejuicio de mi novio hacia Bunbury: decía que no le gustaba sin haberlo escuchado. Bunbury nos acompañó en la mudanza y el montaje de muebles en la primera casa que compartimos, en París. Allí sonaba “El extranjero” y yo creía que estaba escrita para mí; cantábamos a voz en grito “Infinito” y competíamos en las imitaciones de Bunbury con “Sí”. Ahora es él el que lo escucha a todas horas, lo canta y se emociona como un niño. Es su mayor fan. Mi madre me llamó para preguntarme si le regalaba el nuevo disco y él ya se lo había comprado. Mi padre me avisó de que había un documental estupendo, ‘Porque las cosas cambian’, de Javier Alvero, sobre Bunbury para que se lo regalara. A veces siento que me ha robado un ídolo. Las canciones de ‘Flamingos’ han acompañado a toda mi familia en los viajes de Garrapinillos a Zaragoza.

Desde entonces, se ha convertido en una tradición ir a los conciertos de Bunbury en el Príncipe Felipe: el de la gira de ‘Las consecuencias’, el de ‘Helville Deluxe’; recuerdo que me perdí el de la Feria de muestras. Gracias a ‘El tiempo de las cerezas’, me acerqué a Nacho Vegas. Aunque disfruté junto a mi hermano con el concierto que dio en el Teatro Principal cuando presentó ‘El viaje a ninguna parte’.

En ‘Licenciado Cantinas’ Bunbury ha elegido algunas de las canciones de la tradición hispanoamericana que más le gustan y las ha hecho suyas; el single “Ódiame” –que llevo escuchando de los labios de mi novio desde que apareció- es de José Jaramillo, aunque también lo cantó José Feliciano. Al escuchar “La chacarera de un triste” en la voz de Enrique, me acuerdo del mes que pasé en Argentina y me parece que la canción esconde algo muy parecido a la impresión que me dejó Buenos Aires. Con ‘Licenciado Cantinas’ Enrique Bunbury vuelve a dar un giro de timón, como si quisiera forzarse a hacer cosas distintas para no apoltronarse y para no aburrir ni al público ni a él. Y es uno de sus mejores discos.

Aunque cuando escribo esto el concierto aún no se ha celebrado, puedo predecir lo que disfrutaré viendo a Enrique, pero claro, tal vez no tenga demasiado mérito porque soy tan incondicional que me gusta Enrique hasta en el “Celebrities” que le hizo Joaquín Reyes.

*Columna publicada el domingo 22 de enero de 2012 en Heraldo Domingo. La imagen la he tomado de aquí.

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