Humores que matan

Hamza Kashgari en una imagen tomada de aquí.

El 4 de febrero Hamza Kashgari publicó en Twitter tres bromas sobre el cumpleaños del profeta Mahoma. Hamza Kashgari es poeta y periodista y tiene 23 años. Fue acusado de apostasía y se le prohibió escribir en periódicos. Kashgari pidió disculpas y eliminó los tweets. Huyó de Arabia Saudí con rumbo a Nueva Zelanda, pero en Malasia fue detenido y trasladado a su país, a pesar de que no hay acuerdo entre los dos países y Kashgari solo estaba de paso en el aeropuerto de Kuala Lumpur.  De eso hace más de un mes y no se sabe nada de él. No se sabe si le han juzgado, si está detenido, si sigue vivo. El tema ha dejado de aparecer en los periódicos. Hamza Kashgari ha desaparecido y el integrismo ha ganado.

Salvando las distancias (porque al menos en España, no existe la pena de muerte), el caso de Kashgari hace pensar en el juicio contra el cantautor Javier Krahe por un cortometraje que hizo en 1978 titulado ‘Cómo cocinar un Cristo’ y que se emitió en 2004 en Canal Plus. Krahe tuvo que pagar en 2010 una fianza de casi 200.000 euros; la vista oral empieza el 28 de mayo. Se le acusa de un delito “contra los sentimientos religiosos”, recogido en el artículo 525 del Código Penal. El Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro, que ha interpuesto la demanda, ha dicho que el juicio oral supone “una verdadera victoria en defensa de la libertad religiosa”. Supongo que pensarán lo mismo de la extradición y desaparición de Hamza Kashgari.

Puede parecernos que el vídeo de Krahe es más o menos gracioso, y puede que haya gente a la que le ofenda, como cuando se hacen parodias y los parodiados se molestan; pero una sociedad madura no puede tolerar que el sentimiento religioso dicte las normas civiles. Ese artículo del código penal está obsoleto, es un atraso y está anticuado. Las leyes deben proporcionar un marco que permita la convivencia de distintas moralidades. Ese artículo permitiría juzgar a los Monty Python por ‘La vida de Brian’, casi justifica que se retiren las caricaturas de Mahoma y es una manera de decirnos que hay cosas con las que no se puede bromear.

Sin embargo, el asunto Krahe retrata más a los ofendidos que al cantautor: me imagino a Rubalcaba querellándose con José Mota por las imitaciones navideñas, a Bunbury demandando a Joaquín Reyes por su imitación en ‘Celebrities’ o a Obama protestando por las imitaciones que le hacen en el maravilloso ‘Saturday Night Live’, o a Rafa Nadal quejándose de que en los guiñoles se han burlado de él. Bueno, eso sí que pasó. Y me parece ridículo. Solo que de ridículo pasa a ser peligroso porque proporciona herramientas penales del Estado de derecho al integrismo.

Javier Krahe.

*Columna publicada el pasado domingo 25 de marzo en ‘Heraldo Domingo’.

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