Veranos de cine

Nunca me he ido de vacaciones desde que me independicé, salvo aquel fin de semana largo en la casa de los padres de un amigo en La Pineda. Pero eso no cuenta porque no había que buscar hoteles ni alquilar un coche. Este año, por fin, las vacaciones de mi novio coinciden con mi ausencia de trabajo. Elegimos Burdeos por nuestra francofilia y porque unos amigos nos hablaron muy bien de la librería de la ciudad. Elegimos Arcachon porque está cerca de Burdeos y porque tiene una playa, hay ostras y está la duna más grande de Europa.

En realidad, yo quería ir a Saint-Tropez y tomar el sol en bikini, y pasear hasta encontrar la casa en la que se rodó “El desprecio”, la película de Godard con Brigitte Bardot, Michel Piccoli y Fritz Lang; esa película que empieza con un recorrido de la cámara por el cuerpo desnudo de ella y que se rodó y añadió al final, por exigencias del productor. Me habría gustado ir a Capri, solo para poder cantar “Capri, c’est fini” a voz en grito mientras me alejaba de la isla. No me hubiera importado volver a Cangas, en Vigo, donde pasé unos días con mis padres y mis hermanos hace más de diez años. Fue el último verano que nos fuimos de vacaciones juntos.

Mis veranos nunca han sido de película, y tengo una extraña nostalgia de lo no vivido al ver “Cuenta conmigo”, la película de Rob Reiner basada en un relato de Stephen King, un relato sobre la amistad a los doce años, sobre cuatro amigos que van en busca del cuerpo de un chico que ha desaparecido. Caminan por las vías del tren, nadan en una charca llena de sanguijuelas, cruzan el bosque hasta llegar al cuerpo. Durante dos veranos trabajé en Dinópolis, Teruel; me gusta pensar que esos meses se parecen en algo a “Adventureland”, de Greg Mottola. Jesse Eissenberg tiene que trabajar en verano en el parque de atracciones de su ciudad, donde trabaja Kristen Stewart, de la que se enamora. Como el protagonista de la película, yo estudiaba literatura, aunque su trabajo era diferente al mío: él se encargaba de atracciones y yo llevaba mascotas.

También he soñado con “Vacaciones en Roma”, la vespa y el paseo por la ciudad. He soñado con un verano en la playa, como el de “Pauline en la playa”, una de mis películas favoritas de Éric Rohmer, que compite con su “Cuento de verano”, en la que Amanda Langlet, la actriz que interpretó a Pauline, protagoniza una fallida y preciosa historia de amor. Podría hablar de otras películas estivales: “Un verano con Mónica”, de Ingmar Bergman, o “Verano del 42”, de Robert Mulligan, “La piscina”, de Jacques Deray, y otras que no he visto o he olvidado. Lo bueno de padecer bovarismo, como es mi caso, es que siempre puedo repasar mis recuerdos como si fuesen trozos de películas.

*Columna publicada el 12 de agosto en Heraldo domingo.

Post a comment

You may use the following HTML:
<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>