Las islas de la enfermedad

Joyce Mansour (Bowden, Inglaterra, 1928 – París, 1986) creció en El Cairo, se quedó viuda después de apenas un año de matrimonio, se casó de nuevo con Sami Mansour, de quien toma el apellido, y se instaló en París en 1953. Escritora de poesía, teatro y novelas, excepto algunos poemas en inglés, siempre en francés. La editorial Igitur ha traducido su poesía y ahora Periférica publica la novela breve ‘Islas flotantes’.

La protagonista y narradora de ‘Islas flotantes’ empieza la novela en Niza y tiene que coger un avión: su padre se está muriendo en Ginebra. Lleva con ella dos libros, ‘La saña’, de Émile Zola, y ‘El mundo desierto’, de Pierre Jean Jouve. Se decide por el segundo, en el que a veces se ve reflejada: “Los caminos se encuentran. El real y el imaginado. En ambos casos desembocan en Ginebra”. Y más adelante: “Así pues, por ahora vivo bajo la tutela del autor de ‘El mundo desierto’. Sigo su dictado a lo largo de docenas de hojas sin puntuación ni cobijo alguno. […] Podría descubrir un sentido a mi deambular, pero la cantidad de signos que aumentan en este estercolero la presencia de la ley paterna en forma de verbo… Mejor callarse. Continuar”.

El arranque de la novela es espectacular, atrapa, y poco a poco va entrando en ese mundo de tubos y gomas, de deshechos e inmundicia, que huele a lejía y orín, del que no saldrá. Va a ver a su padre al hospital, se pregunta cómo avanzará cada día la enfermedad en él, cómo le irá consumiendo, y le asalta un “horrible pensamiento: ¡la palabra ‘hospitalidad’ viene seguramente de ‘hospital’!”. Se van intercalando citas del libro de Jouve entre las visitas al hospital y los diálogos con el padre.

No se sabe cómo, la protagonista acaba recluida también en ese mismo hospital, en el que enfermos y sanos se confunden, como se confunden sexo y enfermedad: aparecen orgías que forman parte de sueños o pesadillas, y la protagonista establece una relación de complicidad, casi camaradería, con Mr. Cooper: “Una inmensa oleada de náuseas nos engulle a los dos, un maremoto de rabia, de mierda y de vómitos”.

‘Islas flotantes’, que toma el título del famoso postre, es una novela sobre la enfermedad, la decrepitud del cuerpo, la vejez y el sexo. Y es una novela sobre el cáncer y la angustia: “Habría mucho que decir sobre el problema de la angustia y el cáncer. […] Sí, para mí el cáncer es, indudablemente, el hijo de la pesadilla, no el padre”. Joyce Mansour bucea en libros y recupera citas sobre la enfermedad y el dolor. Es una reflexión sobre la degradación en la que nunca llegamos a saber qué es sueño, pesadilla o alucinación y qué es real. Aunque la novela pierde fuerza con respecto al brillante comienzo, ‘Islas flotantes’ es una excelente muestra del talento de Mansour.

*Reseña publicada el jueves 11 de octubre en ‘Artes&Letras’, de Heraldo de Aragón.

*La foto está tomada de aquí.

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