Cómo lo haría Lubitsch

Ernst Lubitsch (Berlín, 1892, Los Ángeles, 1947) es uno de los directores que más felicidad me ha proporcionado en la vida: desde que la vi, ‘Ser o no ser’ ha sido una de mis películas favoritas. Después he visto, olvidado que lo había hecho y vuelto a ver, ‘El bazar de las sorpresas’, ‘Ninotchka’, ‘La viuda alegre’ o ‘Heaven can wait’ –pongo el título en inglés porque la traducción española tiene un spoiler casi tan escandaloso como el de ‘La semilla del diablo’ de Polanski. Este mes uno de los ciclos que ha programado Filmoteca Española en el cine Doré incluye muchas de las películas que Lubitsch escribió con Samuel Raphaelson: trabajaron juntos en nueve películas.

Raphaelson cuenta en ‘Amistad, el último toque Lubitsch’ (Intermedio, 2012) una anécdota increíble y maravillosa: los dos trabajaron en la necrológica de Lubitsch después de que el director estuviera enfermo y Raphaelson escribiera un texto dedicado a él. Trabajaron en ella como lo hacían en los guiones. Sin embargo, el libro devuelve una imagen un tanto ingrata de Raphaelson: nunca fue capaz de mostrarle afecto a Lubitsch, ni siquiera después de reescribir la necrológica. Pero permite intuir el método de trabajo de ambos e imaginarlos en un despacho con una sofá y una mesa, charlando sobre lo que podría suceder y a una secretaria tomando nota de todo lo que decían. El libro se presentó esta semana en el cine Doré. Manuel Asín, editor de Intermedio, charló con Pablo García Canga, que encontró el texto, lo tradujo y ha preparado un estupendo glosario que lo acompaña. Se proyectó ‘El bazar de las sorpresas’, que tiene una de las escenas más bonitas y sorprendentes del cine: consigue que cuando James Stewart se sube los pantalones para enseñar los gemelos, nos emocionemos como si fuera el beso más largo de la historia del cine. El grupo El palacio de Linares interpretó varios temas que había compuesto para la ocasión. Me sorprendió “IMDB”, que tiene un estribillo en el que habla de la cara de majo que tenía Lubitsch en la foto que aparece en su ficha de IMDB.

Cuando era una adolescente, una amiga se echó un novio y la tarde que nos presentó, él llevaba un libro sobre Lubitsch. Le pedí que me dejara ojearlo y él me respondió que seguramente no sabría quién era. Entonces yo ya era fan de ‘Ser o no ser’, me sabía fragmentos de la película de memoria y me parecía fascinante que hubiera hecho esa película, en la que se reía de Hitler y criticaba el nazismo, del que él mismo tuvo que huir, en el año 42. Mi amiga rompió con ese chico, creo que se llamaba Jorge. Y luego, mi amiga y yo también nos alejamos. Mi pasión por Lubitsch siguió intacta. A veces, tengo la tentación de colgar encima de mi mesa, como Billy Wilder en la puerta de su oficina, una frase: “¿Cómo lo haría Lubitsch?”.

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