Madres

Hoy es el día de la madre. Últimamente me he topado de una manera casual con libros y películas sobre madres. Muchos escritores han escrito de su madres: Marguerite Duras no habría sido la escritora que fue de no ser por la madre que tuvo, que le inspiró, entre otras, ‘Un dique contra el Pacífico’ (Tusquets); Patrick Modiano escribe sobre su madre –y su padre y su infancia- en la maravillosa ‘Un pedigrí’ (Anagrama), en el París ocupado, y Richard Ford le dedicó un libro a la suya: ‘Mi madre’ (Anagrama). En ‘Mauvaise fille’, Justine Lévy –hija del filósofo Bernard-Henri Lévy y de la modelo Isabelle Doutreluigne– cuenta la muerte de su madre y el nacimiento de su primera hija. Y en otra novela, que tampoco ha sido traducida aún, pero lo será, ‘La nostalgie hereuse’, de Amélie Nothomb, la escritora belga vuelve a Japón para visitar a la que fue su niñera, algo así como una segunda madre.

No sé bien por qué había retrasado la lectura de ‘Nada se opone a la noche’ (Anagrama), de Delphine de Vigan, un libro fascinante, con una estructura impecable y que se adentra en terrenos nada fáciles para escarbar, para buscar la verdad, o lo que puede saberse de ella, con naturalidad y sin prejuicios. Sí había leído ‘Días sin hambre’ (Anagrama), una novela anterior de Delphine de Vigan que se ha traducido después. En ‘Días sin hambre’, la escritora francesa habla de su proceso de recuperación de la anorexia y su madre aparece como un personaje secundario, en ‘Nada se opone a la noche’, en cambio, es la protagonista, el centro de la investigación que la escritora emprende a raíz de su muerte.

Las madres son también unos personajes atractivos para el cine: en ‘Stories we tell’ (2012), el documental de Sarah Polley, el centro difuso es la madre: una mujer alegre, vital, a la que le hubiera gustado ser actriz y que se dedicó al cuidado de una amplia familia que reunía a hijos de dos matrimonios. Sarah –que estuvo en Zaragoza a los ocho años, durante el rodaje de ‘El barón de Münchausen’– es la pequeña y a lo largo del documental descubre que lo que siempre había interpretado como una broma por parte de sus hermanos mayores no lo es.

La película de Polley y la novela de Delphine de Vigan comparten muchas cosas: intentar saber cómo eran sus madres antes de que ellas nacieran y averiguar por qué tomaron algunas decisiones, tratar de descubrir si fueron felices y presentarlos como personajes fascinantes. De Vigan indaga en la infancia de su madre; el documental de Polley da un giro cuando descubre el secreto familiar. Cualquiera de las dos es una opción estupenda para celebrar el día de la madre.

 *Columna publicada el domingo 4 de mayo de 2014, día de la madre, en Heraldo domingo.

 

 

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