Chicas

El 14 de abril el grupo terrorista Boko Haram entró en una escuela de Chibok, en el estado de Borno, de mayoría cristiana, en Nigeria, donde se alojaban más de 500 estudiantes que iban a presentarse a los exámenes finales de secundaria, y se llevó a casi 300 chicas de entre quince y dieciocho años. Algunas han conseguido escapar y el relato de su secuestro y las vejaciones a que fueron sometidas es estremecedor. El 5 de mayo raptaron a ocho chicas más. El grupo Boko Haram (que se traduce como “la educación occidental es pecado”) exige imponer la aplicación de la sharia, la ley islámica. Se fundó en 2002 y es uno de los más sangrientos de la zona. Su líder desde 2009, Abubakar Shekau, reivindicó el secuestro y amenazó con vender a las chicas o casarlas. Ha difundido otro vídeo en el que propone un intercambio: devolver a las chicas a cambio de la liberación de prisioneros del grupo terrorista. Aparecen algunas de las chicas, a las que dice haber convertido al islam, vestidas con hiyab. Es difícil predecir cómo acabará todo esto y si se podrá parar a Boko Haram. Una de sus obsesiones es la mujer: les molesta que las chicas vayan al colegio y obtengan una educación, les molesta que no se casen a los quince años, que no adopten la vestimenta islámica, que piensen por ellas, que sean libres. Les molesta porque están locos. Y les molesta porque el extremismo islámico les ofrece una coartada perfecta para estar contra la emancipación de la mujer, que pasa necesariamente por la educación.

Nigeria tiene casi 170 millones de habitantes y obtuvo la independencia en 1960. Después de décadas de inestabilidad, guerra civil, gobiernos militares y golpes de Estado, en 1999 se celebraron las primeras elecciones democráticas en casi veinte años. Aunque la capital administrativa es Abuja, la ciudad más poblada es Lagos. Chimamanda Ngozi Adichie, la autora de ‘Americanah’, es nigeriana, como Teju Cole, autor de ‘Ciudad abierta’ y Wole Soyinka, el primer Nobel de literatura africano. Con respecto a los derechos humanos, en Nigeria todavía se cometen graves abusos: hay excesos de las fuerzas de seguridad, se permiten el matrimonio infantil, la esclavitud, el abuso y explotación infantiles, hay restricciones de las libertades fundamentales, se producen mutilaciones genitales femeninas y en doce estados se aplica alguna forma de la sharia. Y la reacción del gobierno al secuestro no fue todo lo ágil que requería.

Este ataque debe hacernos exigir que los privilegios, derechos y libertades de que disfrutamos se extiendan lo más posible. Ni la religión ni una presunta tradición más o menos arraigada ni el relativismo cultural deben impedirnos ver la brutalidad y la barbarie: solo así conseguiremos que ir a la escuela deje de ser un acto heroico.

*Columna publicada el domingo 18 de mayo de 2014 en Heraldo domingo.

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