Contra el calor

helado

Me gusta quedarme en las ciudades en verano, no huir del calor en cuanto llega. Le echo un pulso al sol, al asfalto caliente y a las calles tomadas por turistas y gente cargada de bolsas de las rebajas. Es una manera de disfrutar de la ciudad como si no fuera en la que vivo todo el año. Aprovecho las exposiciones, las sesiones de cine de verano y los paseos nocturnos. Me divierte la confusión que provoca mi aspecto: el pelo, los hombros quemados, las gafas de sol y la cámara de fotos colgando hacen que parezca una turista y me preguntan en inglés si estoy esperando en la misma cola que ellos. He descubierto que contra el calor son mejores las exposiciones de fotografía: la conservación de primeras copias exige temperaturas bajas (20º, según me explicó la guarda de seguridad de la Fundación Mapfre con mucha insistencia en que abrigara bien al bebé que me acompañaba).

Alcalá 31 –donde vi hace dos veranos una divertida exposición de la fotógrafa norteamericana Cindy Sherman– está ocupada hasta hoy por las fotografías de Chema Conesa, ‘Retratos de papel’. Hay fotos estupendas: Camilo José Cela vestido de karateka, Miguel Delibes con una escopeta al hombro, entre otras, pero mi favorita es el retrato de grupo de tres escritoras: Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa en 1996. Fundación Telefónica acoge, hasta el 14 de septiembre, las 160 fotografías de Antoni Arissa (Barcelona, 1900-1980) que la fundación guardaba en su archivo. Arissa, que trabajaba en la imprenta de su familia, ha permanecido un tiempo en el olvido, y esta exposición lo reivindica como uno de los grandes fotógrafos de las vanguardias. Sin embargo, disfruté más las fotografías más narrativas, sobre todo la serie ‘Siempre en lucha’, protagonizada por mujeres, o las que componen la secuencia ‘El reloj’.

En Recoletos me refugié en la Fundación Mapfre, donde los 20º son para preservar las magníficas fotografías de Henri Cartier-Bresson (1908-2004), que trazan un completo recorrido por la obra del estupendo fotógrafo francés, fundador de la agencia Magnum y que hizo casi de todo lo que se puede hacer con una cámara: coqueteó con el surrealismo, captó la realidad en “el instante decisivo”, hizo reportajes, fue actor y ayudante de Jean Renoir, hizo retrato (estupendos el de Matisse o el de Giacometti) y, antes de volver a la pintura, su fotografía se volvió más pausada y conceptual. Me acuerdo ahora de las fotos que retratan el nacimiento del ocio y las primeras vacaciones pagadas de las clases medias que muestran a gente a orillas del Sena. Como yo, buscaban la sombra en el verano en la ciudad.

*Bañera publicada el domingo 27 de julio de 2014 en Heraldo domingo.

**La foto es de David Barreiros.

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