Bambalinas II

            Vamos al teatro en coche. Dejamos las bambalinas y las mesas y prometimos ir  buscarlas esta semana. Es el mismo recorrido pero ahora sin flores ni champagne ni nervios por actuar.

            Conduce Barreiros. Germán es el copiloto. Yo voy detrás. Barreiros me pregunta si llevo el cinturón para que me lo ponga.

            Hoy no hay atascos.

            Germán aún no ha decidido que hacer con la escenografía. No quiere tirarlo todo pero no tiene un sitio donde guardarlo. Intentará dejarlo en el teatro.

            Tocamos el timbre. Oímos ladrar al perro. Nos abre el dueño del teatro. Nos saluda y vamos directos al escenario. Empezamos a arrancar las telas negras de la parte trasera de las bambalinas.

            El señor le pregunta a Germán si tiene que montarlas y desmontarlas cada vez. Responde que sí. Ha empezado la estrategia. El señor dice que las puede guardar en el teatro. Nos podemos ir en cuanto arreglen el asunto monetario.

            Barreiros y yo esperamos en el escenario. Tardan menos de lo que esperábamos.

            Le decimos al señor que nos vamos. Nos ofrece café, té o zumo. Tenemos prisa, mentimos. Me vuelve a preguntar qué planes tengo. Le digo que vuelvo a España. ME pregunta si voy a Madrid. Le digo Zaragoza. Tuvimos la misma conversación el día que vino a ver la obra. Le pregunta a Barreiros si él viene conmigo. Le dice que tenga cuidado, que hay chicos muy guapos allí. También chicas, pero él no las tiene en cuenta.

            Salimos del teatro. Es de noche y hace frío. El invierno está a punto de llegar.

            Decidimos ir a comer una pizza. Ayer fue mi cumpleaños.