Nochevieja II

            En la calle ya casi estará amaneciendo. No llegábamos al autobús y hemos entrado  a tomar la última cerveza en un bar que abre de madrugada.

            Veo pasara un grupo de gente, los conozco del instituto. Les sigo. Me apoyo en la barra, al lado de la única con la que hablo de vez en cuando. Le cuesta más de tres segundos reconocerme.  Luego dice que creía que seguía en París. Me invita a una cerveza y me quedo sola con el chico que me gustó en el instituto. Está tan borracho que le cuesta articular. No entiendo nada de lo que dice. Le pregunto si está enfermo porque tiene las ojeras negras. Llega mi cerveza como salvavidas. Brindo y voy a buscar a mi hermano. Hay un autobús en un cuarto de  hora.

            Llevamos diez minutos esperando en la puerta del museo. Hace frío y el sol me da en los ojos. Definitivamente, el autobús de las nueve no va a venir. Decidimos ir a desayunar.  Una chica nos pregunta si vamos a Garrapinillos. Su padre viene a buscarla y cabemos en el coche.

            Le invitamos a un café con leche y a un donut.

            Subimos a un coche que tiene una bandera de España y una virgen del Pilar en el salpicadero. El padre lleva barba y gafas de sol.  Dice que lo que hace falta son ideas, no capital. Yo le cambio mis ideas por su capital.

            Nos dejan en la puerta de casa. Prometemos saludarnos en el autobús y damos las  gracias. El sol me sigue dando en los ojos.