La cantante calva

La cantante calva tiene cincuenta años y se peina siempre de la misma manera.

En el teatro de la Huchette La cantante calva lleva casi cincuenta años en cartel. Fue el primer montaje de la pieza, a cargo de Nicolas Bataille y en presencia de Ionesco. Se ha convertido casi en una atracción turística. El teatro está en la rue de la Huchette, la calle con más restaurantes por metro cuadrado, que comunica Saint Michel con Notre Dame.

Todos los días, salvo los sábados, hay un precio especial para estudiantes para ver dos espectáculos.

Es un teatro pequeño con un aforo de 150 personas contando las butacas plegables de la pared. Está lleno. Hay un grupo de adolescentes -o de excursión o celebrando un cumpleaños-, turistas, gente mayor, parejas jóvenes…

A mi lado un chico de pelo rizado lee una biografía de Chopin hasta que se abre una puerta lateral. Aparece un señor que nos recuerda que apaguemos los móviles y que está prohibido hacer fotos.

Se abre el telón: la escenografía es de cartón piedra. Hace pensar en una casa de muñecas. La boca del escenario es estrecha pero el fondo está aprovechado al máximo. Hay un señor sentado en un sillón, escondido detrás del periódico que lee. Detrás de él, otro golpea el suelo con un bastón y recita la acotación con la que empieza la obra. Primeras risas. Entra Madame Smith.

Los actores son viejos de una profesionalidad admirable: cincuenta años noche tras noche mostrando energía y entusiasmo, sin cotidaneidad ni rutina. Son actores de oficio.

El texto es la obra más conocida de Ionesco. Está construido a partir de sucesión de enunciados con significado en sí mismos, pero donde ninguno responde al anterior. La lógica comunicativa no ordena el conjunto, lo desordena.

El montaje ha perdido actualidad y vigencia. Aun así hay pequeños indicios de modernidad y chispas de innovación e ingenio incluso visto desde hoy. La puesta en escena no redunda en el absurdo del texto. La lógica escénica es estricta y definida y está apliacada con rigor hasta en los aplausos y saludos.

Entra la taquillera para pedir las entradas. El chico que está a mi lado quiere saber quién son los actores, le dice que le suenan. La señora le responde que le pueden sonar porque trabajan en la tele y en el cine. También nos dice que hemos tenido la suerte de ver al propio Nicolas Bataille -el director- en le papel de Mr. Martin.

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