Cumpleaños
He quedado con mi amiga francesa en un bar pequeño. Se va a Chile a estudiar teatro. No entiendo la conexión.
Llego pronto y me siento. Pido cerveza y me dan pipas. Ella llega con su abrigo verde y pide un tubo. Nos sentamos. Me dice que no entiende que no entienda. Digo que lo entiendo pero no comparto.
Seguimos conspirando y hablando de nuestro proyecto. Le llega un mensaje: han quedado todos en un bar y nos da mucha pereza ir. Su novio que ya no es hippie la llama. Dice que se pasará por el bar con el chico de la cara desencajada. Empiezo a no saber cuántas cervezas llevo y Barreiros me da un beso en la boca.
Es el cumpleaños de Germán. Le llamamos y casi le da un infarto. Nosotros también nos alegramos.
Volvemos al bar. Mi amiga francesa y su novio intercambian opiniones acerca de su jefe. El chico de la cara desencajada come pipas y sigue siendo atractivo. Barreiros me cuenta lo que le ha dicho Germán y yo hago lo mismo.
Al final vamos al bar que nos da pereza. En la puerta nos encontramos con todos que son cuatro. Antes de entrar saludo a la intelectual europea que fascina a todos con su inteligencia y a mí me aburre.
Me encuentro con alguien, meto la pata y voy al fondo del bar. Mi amiga francesa y su novio se besan en un rincón.
Dos cervezas después el chico de la cara desencajada está en la barra. A su lado la intelectual europea lía un porro. Él y yo nos miramos un segundo. Voy hacia él pensando en no tropezarme con nada. No digo nada. Cuando llego, la intelectual ha ido a encender su porro al otro extremo de la barra. Estoy tan impresionada de mi poder de rechazo que no me acuerdo de qué había ido a hacer allí. Se me olvida el atractivo del chico de la cara desencajada.
Pido una cerveza, por las dudas, y busco a Barreiros.