Category: Nada es ficción

La guayabera

La guayabera es la camisa típica cubana, como la que se ve a la izquierda de la foto, tomada en una tienda de la calle Galiano de La Habana, horas antes de que saliera el vuelo que nos traería de vuelta a casa.

Tarde libre en Cienfuegos

En mi primera -y de momento única- tarde libre me fui al hotel La Unión. Me senté, pedí un mojito y saqu;e la libreta para apuntar que el aeropuerto de La Habana huele como los McDonald’s de París. Luego se me olvidó que más quería decir.

Jóvenes y guapos se está imprimiendo

Dejo la portada y el texto de contraportada de Jóvenes y guapos (Xordica 2010); la portada es de Clara Carnicer. La colección de relatos de Jóvenes y guapos ganó el Premio de narrativa en castellano de la Universidad de Zaragoza en 2009.

La protagonista de Jóvenes y guapos hace muchas cosas por primera vez. Se matricula en la universidad, empeiza a trabajar en una compañía de animación, se va de gira con una obra de teatro amateur, prepara una tortilla de patata y acude al entierro de su abuelo en un tren nocturno.
Los relatos de Jóvenes y guapos cuentan una historia de aprendizaje. mientras viaja a Orense, Lisboa o Jaca, la narradora –que tiene muchas cosas en común con el personaje de París tres, el primer libro de Aloma Rodríguez–, observa la fragilidad, los secretos y las contradicciones de los demás. Y sobre todo descubre cosas de sí misma: se convierte en vértice de un triángulo amoroso, discute con gente que admira y constata el valor de la alegría, el juego y el sexo.
Con una mirada irreverente, a veces tierna y siempre fresca, Aloma Rodríguez ha escrito un libro sobre la amistad, el teatro y la familia.

No hay mal que por bien no venga

Hace una semana aproximadamente este blog fue hackeado. Por error, el mantenimiento me bloqueó la entrada y no he podido acceder hasta hoy. Entre otras cosas, desapareció el diseño de la página y por eso hoy estreno nuevo diseño. Ya se sabe, no hay mal que por bien no venga. (Y el que no se consuela es porque no quiere).

‘Mi Marruecos’ de Abdelá Taia

‘Mi Marruecos’ (Cabaret Voltaire, 2009) es el primer libro de  Abdelá Taia (Salé, Marruecos, 1973), que este año recibe el Premio Cálamo “Otra Mirada”. El libro llega a España nueve años después de su publicación en Francia, donde vive Taia, que ha iniciado una lucha por la defensa de los derechos de los homosexuales en Marruecos al hacer pública su homosexualidad.

‘Mi Marruecos’ repasa algunos episodios de la vida de Abdelá, desde su nacimiento hasta que se instala en París, un año antes de la publicación del libro. Abdelá tiene un hermano y seis hermanas mayores y su nacimiento devuelve el orgullo a la familia, sobre todo al padre, por ser varón. Sin embargo es un niño “hipersensible, endeble, enfermizo”. Abdelá recuerda su circuncisión; las tardes de cine de programa doble, Bruce Lee y películas indias en el cine Ópera, y ‘E.T.’ “que me llevaría a otros descubrimientos: Truffaut, Hitchcock, Renoir, Scorsese, y otros”; Sana, la primera niña de la que se enamora; su tía Masauda, su tío Jali Allal y su abuelo paterno; las veladas en el patio siguiendo las novelas de la radio que terminaban en cuanto uno de los personajes decía “te quiero”; las tardes en el hammam, los primeros encuentros sexuales con niños del barrio, y Salé, su ciudad, la despedida en la estación, las galletas Henry’s y la literatura: Mohamed Chukri y Paul Bowles. Abdelá Taia recuerda todo eso porque ya lo ha dejado atrás y lo echa de menos, lo añora desde su nueva vida en París: una ciudad a la que va a completar sus estudios y en la que se siente solo e invisible.

‘Mi Marruecos’ es un libro sobre la infancia, sobre el amor a la familia, a la ciudad, sobre el nacimiento de una vocación: la de escritor. Es un libro delicado, construido con destellos de melancolía del que sabe que ha dejado atrás una vida para empezar otra.

Esta reseña se publicó el pasado 18 de febrero en ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón.

La foto está tomada de aquí.

Una chica de mundo

Rodado en Torre Medina, Garrapinillos, el 5 de diciembre de 2009.

Realización y montaje: David Barreiros. Cuerpo de baile y coreografía: Sara, María, Marta, Ane, Patricia y Celia. Atrezo y vestuario: Carmen Gascón. El apartamento son Ana Fernández Cebrián y Aloma Rodríguez, las de las gafas.

Furgonetas

Cuando la Nissan Serena granate de mi padre era demasiado vieja para seguir haciendo viajes de Garrapinillos a Zaragoza, o de Zaragoza a Ejulve, cargada de muebles y personas, nos deshicimos de ella. Mis padres compraron la furgoneta cuando vivíamos en el Maestrazgo, después de que el motor del Seat Ibiza rojo se incendiara espontáneamente unos días después de la última revisión. Habíamos viajado los cuatro hermanos que éramos entonces, mis padres y Pluto, el perro al que tuvimos que sacrificar tiempo después. La Nissan murió de manera menos trágica. Nos había llevado a Galicia en los viajes familiares en verano. La habían abierto una Nochebuena y se habían llevado los regalos que nos había traído Papá Noel en la esquina de la avenida Goya esquina con la calle del Carmen.

Después mis padres cambiaron de coche varias veces: era como si no encontraran el sustituto ideal. Eran demasiado pequeños, se rompían o acababan en el desguace tras un accidente del que mi madre salió ilesa de pura casualidad. Al final se decidieron por un modelo de Peugeot de siete plazas: los cinco hermanos y mis padres. Al principio la llevaba mi padre, tenía que hacer muchas maniobras para meterla en el garaje. Tiene el freno de mano a la izquierda. Una de las pocas veces que la he conducido la dejé cruzada en medio de la carretera, frente al campo de fútbol de Garrapinillos. Uno de los conductores a los que bloqueaba el paso, quitó el freno de mano. Mi hermano iba de copiloto, había girado la cabeza para que no le reconocieran. Ahora la lleva mi madre y dice que le gusta mucho, que es más alta y tiene mejor visibilidad.

Aunque la tenemos hace dos o tres años, creo que nunca habíamos ido los siete juntos en el coche hasta hace unos días. Coincidió con el día de Navidad. Mi hermano mayor y yo habíamos dormido en casa de mis padres esa noche. Mi padre quería ir al cine. Mi hermano pequeño quiso venir esta vez. Subimos al coche: Sara y yo entramos por el maletero, mis hermanos iban en la fila de en medio y mi padre conducía con mi madre al lado. Por un momento pensé que me gustaría que fuéramos a hacer un viaje largo, a Galicia, aunque ninguno de nosotros lo pasara bien allí. Me sentía segura y feliz. Discutimos por la película que queríamos ver y nos decidimos por la uruguaya que pasaban en los Renoir. Ocupábamos toda la fila seis.