Sexo y literatura
Viene mi amiga francesa a darme una sorpresa. Vive en Zaragoza desde hace tres años. Paseamos por la Villette y tomamos cervezas. Quedamos con su prima y su novio: ella es psicóloga y él, un apasionado de los cómics. Estamos en un bar hasta que nos echan. Nos invitan a su casa. Tomamos una bebida de fabricación propia que se llama blanc-rouge. El novio se duerme. La prima de mi amiga nos enseña láminas y nosotras sólo vemos símbolos fálicos. Son las cinco de la mañana, sólo falta media hora para el primer metro.
Es de día. Hay gente en la calle y una tienda abierta. Compramos algo para desayunar mientras esperamos. Mi amiga me pide que le recomiende autores españoles. Yo le doy nombres y ella me dice que quiere algún clásico, habla de Stendhal, Zola. Me dice que le gusta el naturlismo y que quiere descubrir aunque no le guste.
Nos montamos en el metro. Le digo que la diferencia entre realismo y naturalismo es la difeencia entre Balzac y Zola. Ella me dice que no ha leído a Balzac, pero que Zola le gusta. Luego me pregunta que si soy “clitoridiana” o vaginal. Hemos llegado.