Vida de Galileo

En 1616 el Santo Oficio le prohibió a Galileo Galilei presentar como teoría el sistema heliocéntrico propuesto por Copérnico y seguir hablando de eso como una hipótesis indemostrable. En 1610 Galileo se había trasladado de Venecia a Florencia, para ocupar el puesto de Primer matemático de la Universidad de Pisa, después de haber sacado provecho de un invento reciente: el telescopio. Galileo miraba el cielo a través de esa herramienta que él mismo fabricaba y cuyas lentes pulía para intentar comprender cómo era el mundo en realidad. Alcanzó a ver la superficie lunar con los aumentos, descubrió las manchas solares y sus observaciones le llevaron a una conclusión: las estrellas no estaban fijadas a ninguna esfera. Y algo más importante: la Tierra no solo no estaba en el centro, sino que además se movía. Pese a las recomendaciones de su círculo cercano y el recuerdo de lo sucedido a Giordano Bruno (quemado en la hoguera por hereje al afirmar que el sol era una estrella más), Galileo creía que ni siquiera el Santo Oficio se atrevería a negar la evidencia de lo que le mostraba ante sus ojos. Sin embargo, ahí sí se equivocaba. En 1632 publicó el ‘Diálogo sobre los principales sistemas del Universo’, desafiando así a las autoridades y a los teólogos. En 1633 firmó la retractación de sus estudios y consiguió así que la pena de prisión perpetua se le conmute por la prisión domiciliaria.
La figura de Galileo fascinó a Bertolt Brecht, que escribió tres versiones de ‘Vida de Galileo’. La última de ellas es la que ha llevado a escena el Centro Dramático Nacional con puesta en escena de Ernesto Caballero y con un brillante Ramón Fontseré como Galilei. Estuvo en la sala Valle-Inclán de Madrid hasta el 20 de marzo y es de esperar que pronto empiece la gira. En su texto Brecht consiguió condensar la tremenda curiosidad de Galileo, que le llevó a desafiar a las autoridades y poner en peligro su vida, pero también el sentido del humor del matemático, las pasiones terrenales y las contradicciones. El montaje del CDN contiene todo eso también, además de la emoción, el retrato de una época y de un genio empecinado y humano a través del distanciamiento brechtiano.

Columna publicada el domingo 3 de abril de 2016 en Heraldo domingo.

Ese podría ser yo

Imagínate que estás en tu casa y que de pronto cae una bomba en el edificio de al lado mientras estás comiendo. Sales de casa con lo puesto, tus tarjetas de crédito y el dinero que tengas en efectivo. Tratas de llegar a Irún. Cuando estás en Francia, a salvo de las bombas, pero durmiendo al raso piensas que a lo mejor tendrías que haber cogido otro abrigo. Eso me respondió mi compañero de trabajo cuando este jueves, después de ver algunas fotos de refugiados en Grecia, le dije que me parecía inhumano. Ninguno de los jefes de Estado de los 28 parece haber hecho ese ejercicio de ponerse en el lugar del otro con los refugiados que llegan de Siria al acordar, el martes de madrugada, que devolverán a Turquía a todos los “migrantes irregulares”, tanto los “económicos” como los refugiados. Los detalles aún están por perfilar, pero han acordado entregar 6.000 millones de euros a Turquía a cambio de que contenga el flujo.

José Ignacio Torreblanca y Adela Cortina firmaban un excelente artículo en El País donde explicaban que el acuerdo “no solo es mezquino en su lógica, sino que ignora los problemas de derechos humanos y libertades en ese país, concede un cheque en blanco al presidente Erdogan para reprimir a la oposición y a los kurdos y no aporta soluciones a la causa final de todo el problema: la guerra de Siria, en la que Turquía tiene un papel crucial”.

La crisis de refugiados exige una respuesta a la altura del problema: “El primer principio de actuación debe ser salvar vidas, el máximo número posible”, escriben Torreblanca y Cortina. Pero es también una oportunidad de reforzar la Unión Europea y los principios sobre los que se fundamenta eso que podríamos llamar europeísmo: la libertad y los derechos humanos, que se plasman en los acuerdos de Schegen. Poner vallas y restringir la libre circulación de personas es lo contrario a la idea de Europa que deberíamos defender.

El escritor Erich Hackl cuenta la historia de la familia Salzmann que fueron refugiados austriacos en Francia antes de la Segunda Guerra Mundial. Natalia Ginzburg vivió el exilio interior en los Abruzos italianos. Jorge Semprún fue un refugiado español en Francia. Detrás de las cifras que se manejan alegremente hay vidas y talento y alegría y posibilidades que Europa debería ayudar a salvar.

Columna publicada el domingo 13 de marzo de 2016 en Heraldo domingo.

Decálogo aleatorio sobre las listas

1. La enumeración no es el requisito único, pero no deja lugar a dudas: si lleva números, es una lista. 2. A muchos escritores les gusta hacer listas. Podría abrir una lista dentro de la lista con nombres de escritores que usan las listas en sus textos (Georges Perec, Félix Romeo, Susan Sontag, Italo Calvino, George Orwell, Antón Chéjov o Wislawa Szymborska, Nick Hornby). 3. Shaun Usher se dedica a rastrear bibliotecas y hemerotecas en busca de cartas y listas y recopilarlas en su blog. Con ese material publicó ‘Cartas memorables’ y ‘Listas memorables’. El segundo es una lista de listas y tiene un montón de ejemplos de listas escritas por personas anónimas (como la primera lista de la que hay constancia, que agrupa a los trabajadores ausentes en un papiro del Antiguo Egipto) y por famosos (Johnny Cash, Marilyn Monroe, Nick Cave, Albert Einstein, Leonardo da  Vinci, Galileo Galilei, Christopher Hitchens, Francis Scott Fitzgerald o Preston Sturges). 4. Umberto Eco murió el pasado 19 de febrero en Milán. Publicó un libro que se llama ‘El vértigo de las listas’ que surge de la investigación sobre la evolución del concepto de lista a lo largo de la historia que le encargó el Museo del Louvre. 5. Me gusta hacer listas. 6. Me sé de memoria las seis reglas de Orwell para escribir mejor. 7. Maria Popova tiene un blog, Brain Pickings, en el que hace listas temáticas de las que siempre se aprende algo. 8. De las listas del libro de Shaun Usher, mi favorita es la lista de las condiciones que cumplen las personas bien educadas, que Chéjov le escribió a su hermano mayor, Nikolái, por carta. La primera es: “Respetan al individuo y por lo tanto son siempre indulgentes, amables, educadas y condescendientes. […] Disculpan el ruido y el frío y la carne demasiado hecha y las ocurrencias y las presencia de otros en sus casas”. 9. La lista de la compra de Galileo de 1609 incluye lentejas, garbanzos y “cristal alemán pulido”. 10. En la lista de cosas por hacer de Johnny Cash “besar a June” ocupa el segundo lugar. 11. Según la RAE, un decálogo no tiene por qué tener diez puntos.

Columna publicada el domingo 28 de febrero de 2016 en Heraldo domingo.

Cráneo privilegiado

El viernes de carnaval dos titiriteros fueron detenidos después de que algunos de los padres de los niños que asistían a la representación llamaran a la policía. El ayuntamiento había contratado el espectáculo como parte de la programación municipal de carnaval. Los padres se escandalizaron ante algunas de las cosas que se representaban en el teatrillo de guiñol: un juez y una soga, la violación de una monja, el apuñalamiento de una embarazada y, finalmente, una pancarta –tamaño marioneta- en la que se leía “Gora Alka-ETA”. El mal gusto de la pieza es probable, la inadecuación del espectáculo para el público infantil, incuestionable, pero ver en esa torpeza un delito –o la sospecha de él- es completamente exagerado. Me sorprende que los padres llamaran a la policía en lugar de abandonar la actuación. Pero me sorprende aún más que todavía cueste tanto discernir entre realidad y ficción.

La concatenación de hechos y reacciones ha sido tan absurda que puede ser que en realidad todo sea el comienzo del homenaje a Ramón María del Valle-Inclán en el año del centenario de su nacimiento (tal vez para poner celoso a Cervantes). Valle-Inclán fue el creador de un subgénero, el esperpento, único capaz de captar la esencia de la realidad a través de su deformación. Valle-Inclán en realidad solo escribió cuatro esperpentos: ‘Luces de bohemia’, protagonizado por el inolvidable Max Estrella, y las tres piezas que componen ‘Martes de Carnaval’ (‘Las galas del difunto’, ‘La hija del capitán’ y ‘Los cuernos de don Friolera’). Valle Inclán retorcía también el lenguaje y con asociaciones inesperadas de términos era capaz de captar la esencia de las cosas. Uno de las expresiones que se repite en ‘Luces de bohemia’ aplicada a Max Estrella es “cráneo privilegiado”.

Algo así podría aplicarse a los actores de este tirabuzón de torpezas: los titiriteros, los padres, los policías, los jueces y los responsables municipales. Son los cráneos privilegiados de este esperpento.

Columna publicada el domingo 14 de febrero en Heraldo domingo.

Dejadlas solas

Primero fueron un dúo y se llamaba Deers (ciervos). Cuando pasaron a la formación de cuatro, se cambiaron el nombre: Hinds (ciervas). Son de Madrid, pero cantan en inglés. Tienen entre 19 y 24 años. La singularidad de su sonido está, sobre todo, en el juego de voces de las dos vocalistas y guitarristas (Carlotta Cosials y Ana García Perrote), que cuenta con los coros de las otras dos componentes del grupo (Ade Martín, bajo, y Amber Grimbergen, batería). En mayo de 2014 ganaron un festival para grupos emergentes en el barrio madrileño de Malasaña y gracias a él grabaron ‘Barn’ en Berlín. El sello británico Lucky Numbers publicó ‘Demo’ y dieron su primer concierto en Londres. De ahí salió una primera gira europea que las llevó a ser teloneras de The Vaccines, The Libertines o Black Lips, a los que admiran y que suelen citar entre sus referencias musicales junto a The Strokes o Mac DeMarco. Su primer LP, ‘Leave me alone’, lo grabaron con Paco Loco y contaron con la estrecha colaboración de otro grupo madrileño, The Parrots. ‘The Guardian’, ‘NME’ o ‘Pitchfork’ son algunos de los medios especializados en música o no que han elogiado el trabajo de Hinds.

En casi todos sus vídeos aparecen con una imagen desenfadada y natural: con pantalones cortos y camisetas anchas o cortas, con el pelo suelo o recogido en una coleta que parece hecha sin mirarse en el espejo. Aparecen compartiendo botellas o bailando en mesas con deportivas blancas. Desprenden felicidad y belleza porque hacen lo que quieren y se divierten. Pitchfork dice sobre ‘Leave me alone’ que es “un disco sobre las contradicciones humanas, sobre la admisión de la vulnerabilidad y sobre darse cuenta de la belleza de esas cosas”. Es un disco vital, alegre y melancólico, pasa por casi todas las emociones que se suelen asociar a la adolescencia, pero que pueden aplicarse a casi todos en casi cualquier momento: las preguntas sobre la identidad y los sentimientos duran toda la vida. La última canción, “Walking Home”, es una declaración de amor que está entre la cotidianidad y el surrealismo: “eres el arroz de mi cuenco” o “eres la lima de mi Coca-cola”.

Columna publicada el domingo 31 de enero de 2016 en Heraldo domingo.

 

Estrenar

Siempre he encontrado algo emocionante en las primeras veces. Los principios tienen algo optimista y positivo: la promesa de empezar y de hacerlo todo bien. Por eso me gusta el año nuevo, aunque no tenga lista de propósitos. Por eso, también, disfruto de la noche de Reyes y de los regalos que estreno ese mismo día, como un rito para empezar bien el año.

El año que comienza va a estar lleno de aniversarios: los 400 años de las muertes de Cervantes y Shakespeare, 500 de la muerte de El Bosco —el Prado prepara la que promete ser una de las grandes exposiciones de la temporada— y, entre mis favoritos, se cumplirán 100 años del nacimiento de la escritora italiana Natalia Ginzburg. Esas conmemoraciones sirven también para destacar lo genuino y único que ha tenido lugar en la historia. También sirven para recordar que, a pesar de que la sucesión de los días y la rutina pueda empañarlo, cada día es único e irrepetible: esos aniversarios solo se van a dar una vez. Como solo se vive una vez el paso de un año a otro, el concierto de año nuevo entre la chimenea y la televisión, bailar con un bebé de año y medio en brazos “Yellow Submarine” una semana después de que los Beatles estén en las plataformas de música en ‘streaming’, o ver la cara de ese mismo bebé al descubrir los regalos la mañana del 6 de enero. Pero también descubrir un libro que gusta y que lleva a buscar más libros del mismo autor, ver una película o escuchar tu canción favorita mil veces seguidas y hacerlo como si fuera la primera vez.

He mentido, sí tengo un propósito de año nuevo: ser consciente de que es nuevo e irrepetible, llevarlo como se lleva la ropa nueva, con una mezcla de orgullo, entusiasmo, emoción y expectación. Eso y releer a Natalia Ginzburg, que siempre es una manera de disfrutar.

Columna publicada el domingo 10 de enero de 2016 en Heraldo domingo.

Lo nuestro

Soy fan de Christina Rosenvinge desde que tengo memoria: veía sus actuaciones en televisión con Alex y Christina o cuando presentaba el programa ‘FM2’ que dirigía Diego Manrique. Admiré la rebeldía de Christina y los subterráneos y quise ser tan rockera como ella.

Han pasado cuatro años desde ‘La joven Dolores’, que ya fue en su momento uno de los mejores trabajos de su año. Rosenvinge ha tenido paciencia y ha sabido esperar el momento adecuado —tenía el disco grabado y mezclado desde hace un par de años— para publicarlo, cambiar de sello y buscar una banda y ensayar. El disco se abre con “La tejedora”, un grito dirigido a las mujeres (y a los hombres también) en la que las anima a abandonar la posición de segundo plano: “Te quiero ver sucia y feroz / además de mujer eres hombre”, dice al final. Hay canciones delicadas y accesibles (“Alguien tendrá la culpa”, que captura el extendido vicio de no asumir la responsabilidad de las decisiones tomadas, “Pobre Nicolás”, dedicada a Nikola Telsa, a quien también dedicó una novela Jean Echenoz, ‘Relámpagos’, “La nada absoluta”, que habla del origen de la canción enumerando todo lo que no es, o “Romeo y los demás”, que pretende saldar cuentas con todos los que han sido los hombres de su vida, a los que se refiere en clave); otras más complejas (“Líquen”, una de las mejores del disco, “Lo que te falta”, donde se mezcla internet, la confusión sobre la identidad y la infelicidad, o “Balada obscena”, donde se acompaña al piano e interpreta una canción casi melódica donde habla de sexo de una manera no evidente). Hay sitio para otra canción narrativa, “Segundo acto”, en la que una atmósfera electrónica y deliberadamente bailable arropa la historia de alguien cuya vida da un giro de 180 grados de manera inesperada.

Dejo para el final “La muy puta”, que sirvió de presentación del disco y que en el libreto ilustra Paula Bonet. Es una canción contra el paso del tiempo, casi un conjuro, que también funciona como un autorretrato, en el que la belleza y el amor se presentan como lo único capaz de salvarnos de la muerte.

Columna publicada el domingo 27 de diciembre de 2015 en Heraldo domingo.

Política-espectáculo

La campaña electoral empezó oficialmente a las doce de la noche del 4 de diciembre. Y aunque se inauguró con la simbólica pegada de carteles, las cosas han cambiado mucho en los cuarenta años de democracia. No es solo que en 1977 no hubiera internet, como recordó el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno Pedro Sánchez. Es también que la política es el nuevo fútbol y es también que en esta campaña, más que ninguna otra, los candidatos compiten por el espectáculo, por la audiencia y sin miedo al ridículo. Todas las cadenas tienen espacios, además de los de corte informativo, en los que los candidatos ofrecen una cara amable, divertida, distendida o cercana, en el mejor de los casos.

Los debates televisivos son buenos y necesarios: son una plataforma a través de la que se ofrece información al ciudadano, son un ejercicio democrático y, si los políticos son buenos, pueden ser además emocionantes y entretenidos. Hasta ahora, eso no ha sucedido en esta campaña. (De momento, lo más emocionante de la campaña ha sido el minuto final de Pablo Iglesias en el debate a cuatro, que se movió entre la épica y el sentimentalismo.) Y al mismo tiempo, se produce lo que siempre ocurre con la televisión: convierte en espectáculo todo lo que toca. Y eso, en este caso, es malo. En el debate del pasado lunes había alfombra roja, photocall y una previa de la llegada de los candidatos. Solo faltó preguntar quién les había vestido. Después del debate, los candidatos y su equipo hacían declaraciones a periodistas a pie de plató, a la manera de los futbolistas. Aunque con una diferencia: al contrario de lo que sucede en el fútbol, en los debates no hay un marcador y todos pudieron presentarse como ganadores.

El posdebate recordó también a los programas deportivos en los que se analiza una y otra vez la jugada polémica. Los presentadores y colaboradores destacaban la importancia histórica del debate, el momento único, decían. Tal vez olvidaban que uno tiende a exagerar sus propias experiencias. La política-espectáculo sigue instalada.

Columna publicada el domingo 13 de diciembre de 2015 en Heraldo domingo.

París siempre será una fiesta

El viernes 13 de noviembre se produjeron los terribles ataques en París, en lo que se conocía en el barrio como “el triángulo de oro”. Un grupo de terroristas asesinó al menos 130 personas que disfrutaban de los últimos días de buen tiempo en las terrazas de Le Carillon, Le Petit Cambodge, asistían a un concierto de Eagles of Death Metal en el colorido Bataclan, o simplemente paseaba o volvía a casa. Fracasaron en su objetivo inicial de hacer que la tragedia fuera aún mayor: los asesinos suicidas del estadio de Francia, en Saint-Dennis, no pudieron entrar al campo y activaron el cinturón de explosivos en la entrada. La respuesta de Francia no se ha hecho esperar: intensificó los bombardeos sobre zonas controladas por Estado Islámico, que reivindicó los ataques en un comunicado en el que definía París como “la capital de las abominaciones y de la perversión”. Cerraba el comunicado anunciando que ese brutal atentado era solo “el principio de la tempestad”.

Carol Boinet escribía en ‘Les inrocks’ que lo que los terroristas quisieron atacar fue precisamente “ese lugar de fiesta y convivencia”. Impactan más esas muertes que las de otros lugares en los que ISIS siembra el terror porque atacan nuestro modo de vida y nuestras conquistas. Lo que para el autoproclamado Estado Islámico son abominaciones y perversión son las señas de identidad de Europa y son el resultado de décadas de luchas: la democracia, el Estado de derecho, al libertad de culto, el laicismo; pero también las terrazas, el alcohol, la libertad sexual, la diversión, la música, el pelo largo, los vestidos, la comida y los bocadillos de jamón que citaba Félix Romeo citando el fragmento de ‘Pásate de la raya’, de Salman Rushdie, cuando este hablaba de sándwich de bacon. En un estupendo texto que aparece en el número de noviembre de ‘Letras Libres’, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince escribe: “El mundo no será nunca el Paraíso, pero lo que los europeos lograron construir en los últimos sesenta años –en esa Europa unida y solidaria– es el experimento menos parecido al Infierno que se ha hecho hasta ahora sobre la Tierra”.

Columna publicada el domingo 29 de noviembre de 2015 en Heraldo domingo.

El delirio de Mas

Ha pasado un año de la consulta catalana, aquella representación de referéndum que no cumplía con ninguno de los requisitos exigibles en una democracia y en la que se usaron urnas de cartón. Bajo el sintagma “derecho a decidir” que, como el escritor Javier Cercas ha señalado en muchas ocasiones, al estar vacío de significado se le pueden atribuir todos los que se quiera, pero siempre positivos, se generó la perversa idea de que los que se atrevían a señalar la ilegalidad de la consulta estaban en contra de las libertades y pretendían subyugar a un pueblo.

Las elecciones del pasado 27 de septiembre se asumieron como plebiscitarias y la suma de los escaños de la CDC, de Artur Mas, y la CUP, de Antonio Baños, otorgaba la mayoría absoluta en el Parlament al independentismo. El pasado 9 de noviembre se aprobó la desconexión (de nuevo un significante a medio llenar) con España con 72 votos frente a 63. Como afirma la periodista Rosa Paz, “supone una quiebra del modelo constitucional y representa la mayor crisis política e institucional desde la Transición”.

El Gobierno de Mariano Rajoy no ha gestionado bien el ‘procés’, incluso podría decirse que ni siquiera lo ha gestionado. Y el PSC iba en caída libre hasta la milagrosa aparición de Miquel Iceta, que dijo el lunes que era la primera vez que una legislatura se abría con una declaración en lugar de con una investidura. PP y PSOE han acordado un pacto de no agresión y han arrancado la maquinaria jurídica.

Artur Mas se ha presentado como un mártir y, obstinado en mantenerse en la presidencia de la Generalitat (ante la doble negativa de la CUP, sus socios en la empresa rupturista), respondió a Inés Arrimadas, de Ciutadans, que si nadie se hubiera atrevido nunca a desafiar leyes injustas ella no podría votar. Se refirió también a “las cloacas del Estado” y a los confidentes (presuntamente pagados por las autoridades españolas) encargados del trabajo sucio que ha destapado los casos de corrupción que cercan a su partido. Mas está atrapado en su propio delirio, pero no se sabe si esta será la gran broma final.

Columna publicada el domingo 15 de noviembre de 2015 en Heraldo domingo.